Un caudillo indígena.
Soldado del Ejército de Línea en la Campaña del Chaco |
El cacique qom (toba) “Cambá” llamado así
por el color oscuro de su piel, fue uno de los caudillos indígenas del Siglo
XIX que más ascendientes tuvo entre las tribus guerreras del Chaco y uno de los
más temibles en luchar contra las tropas nacionales que querían someterlo.
Sabemos que al comenzar las campañas militares en la región chaqueña, tenía sus
tolderías cerca de la confluencia del río Bermejo con el Teuco, o bien en las nacientes
del río Guaycurú. Ostentaba el carácter de “cacique general”, es decir de tener
bajo su mando a otros caciques menores o “caciquillos”, en un número aproximado
de 29 con más de 1.000 guerreros. Llegó a poseer sembradíos de maíz y zapallos
en las cercanías del Bermejo, y un numeroso arreo de ganado vacuno, los que
servían de sustento a las tribus bajo su mando.
El historiador Alberto D. H. Scunio lo define de este modo: "Cambá (Negro) debe ser considerado como el último de los grandes cacique tobas. A lanza y cuchillo se había impuesto a todos sus congéneres y andando el tiempo había llegado a formar una especie de confederación india, cuyos guerreros impulsados por su valor y ferocidad, habían incurrido en todo tipo de crímenes y atropellos.
Caciques chaqueños con miembros de una expedición |
Entre sus antecedentes guerreros está el de
haber participado en una emboscada en unión con el cacique vilela Leoncito, contra
una embarcación que surcaba el río Bermejo a fines de 1875, hecho que costó la
vida a casi todos sus ocupantes. El Gobernador del Chaco Napoleón Uriburu
marchó con un cuerpo de ejército para recuperar la embarcación y castigar a las
tribus atacantes. Cambá le presentó batalla en las riberas del Bermejo pero fue
derrotado y debió refugiarse en la espesura de los montes.
Ataque a los obrajes de San Fernando
A principios de 1876 el Gobernador Uriburu
lanzó proposiciones de paz a todas las tribus que se mantenían en pie de
guerra. Cambá y otros caciques las rechazaron y lo desafiaron al responderle
que lo esperaban con las armas en la mano en las costas del Bermejo. Cuando
Uriburu decidió marchar desde San Fernando a castigar a las tribus rebeldes,
Cambá, aliado con Leoncito, llevó en el mes de abril un intenso y prolongado
ataque contra los obrajes de ese paraje, donde ya se había trazado la Colonia Resistencia
por la Comisión Exploradora
Foster-Seelstrang.
La defensa estuvo a cargo del Coronel José María
Ávalos, sus peones armados y un piquete de Guardias Nacionales de Corrientes al
mando del Mayor Pedro Quijano, Parapetados detrás de una empalizada de palo a pique que protegía la vivienda del Coronel Ávalos, lograron rechazar el ataque evitando un desastre y el arrasamiento de la
población. Al no poder doblegar a los defensores, Cambá y los suyos se
retiraron en dirección a sus escondrijos en el monte.
La población de San Fernando ya había sido objeto de intensos ataques en el mes de Junio de 1875, y esto motivó a la Comisión Exploradora designar con el nombre de "Resistencia" a la nueva colonia fundada en ese sitio. En cuanto a Cambá, se convirtió en los años sucesivos en una verdadera pesadilla para los fuertes y poblaciones, pues nunca se sometió a las autoridades.
La Campaña de Victorica al Chaco
Cuando se inició la Campaña del General Benjamín
Victorica en 1884 que acariciaba el firme propósito de acorralar y someter por
la fuerza a todas las tribus beligerantes, Cambá tenía sus tolderías en la
banda sur del Río Salado, en Formosa. Al regresar la columna expedicionaria del
Coronel Ignacio Fotheringham, Gobernador de Formosa, de su encuentro con las
otras columnas de la expedición en La Cangayé , recibió la orden de someter a los
caciques Santiago, Cambá, Yaloschí, y Amigo.
Herido el cacique Santiago, muerto el
cacique Amigo y ejecutado por orden de Fotheringahm en La Cangayé el cacique
Yaloschí, sólo quedaba Cambá, quien juró vengar la muerte de este último sobre
su propio cadáver, según el testimonio de una cautiva rescatada por los soldados.
En su libro autobiográfico “La vida de un
soldado” Fotheringham describió a Cambá como un indio de talla gigantesca, muy
moreno, de forma atlética y con mucho prestigio entre los tobas. El propio jefe
de toda la campaña, el General Victorica, había recomendado muy especialmente a
aquel militar la misión de derrotar y someter a este cacique.
El Coronel Fotheringham resolvió no dar
tregua a los qom en retirada, y después de su victoria sobre el cacique Amigo,
envió en el mes de Noviembre al Mayor Rudecindo Fraga con una columna del 7º
Regimiento de Caballería a fin de darles alcance. Este militar debió marchar
penosamente en medio de una lluvia intensa y atravesando terrenos anegadizos,
donde los soldados marchaban con el agua hasta la cintura y llevando los
caballos de la brida, hasta que el día 5 de Diciembre logró tomar contacto con
las huestes de Cambá. Al día siguiente fue atacado por las fuerzas de este
caudillo, quien sólo buscaba conocer el poder de su adversario, pues volvió a
internarse en la espesura de los montes.
El combate final.
Familia qom (toba) junto a su vivienda. Foto Museo Ichoalay |
El Mayor Fraga contaba con sólo 29
efectivos, pues los refuerzos pedidos se retrasaron por el mal estado de los
terrenos en gran parte inundados. Al comprobar su reducido número Cambá decidió
atacarlo frontalmente el día 7 de diciembre con una fuerza de 200 guerreros
montados y 107 a
pie. El propio Fotheringham reconstruyó vividamente en su autobiografía ese
combate, en base a los relatos de los soldados:
“En
un abra del monte, rodeado de bosques por todos lados está Fraga y sus treinta…
Ojos de tigres humanos les están acechando a través de la selva; los espían y
esperan la oportunidad propicia para aniquilarlos… Toma posición conveniente
Fraga y su pequeño destacamento. Del monte gritaron `¡ Cristiano canalla!
¡Quinto media vuelta!´, y otros insultos… Descarga tras descarga deja el tendal
de escorpiones negros (sic). Alaridos y gritos salvajes, hacen eco en la selva,
hasta entonces tan silenciosa. Ayes de moribundos. Y trepidaron. ¡Felizmente!
Si no vacilan el número hubiera aplastado al valor. El temible cacique se ha
lanzado con sólo cien, dejando a los otros de reserva. Y cayó. En vano llama a
gritos a los suyos para que acudan al exterminio de ese puñado de cristianos.
Acuden sí, pero para llevarse a los muertos y heridos.”
Cambá es inmediatamente reconocido por un
baqueano llamado “Carayá”, quien se lo señala a Fraga gritando: “Ese, Cambá”.
Un cabo de apellido Luna, “un desalmado de cuenta” según el narrador, avanza
corriendo hasta el herido ya indefenso y lo ultima a puñaladas. Luego le corta
la cabeza y cual sangriento trofeo lo clava en la misma lanza del valiente
cacique, “…para que quede bien probado,
si es Cambá o no, el que ha muerto.”
Seguidamente se hizo desfilar a todos los
aborígenes ante la cabeza del famoso caudillo para que lo reconozcan y se
difunda su muerte entre todas las tribus. Fotheringham, que relató este
episodio muchos años después de esta campaña, termina reconociendo el valor del
caído, pese a su dureza al calificar a su pueblo de salvaje:
“La
tierra le sea leve al pobre salvaje que, al fin, en su conciencia procedió como
digno y valiente jefe de su tribu, rindiendo la vida valerosamente, lo único
que tenía, en holocausto a sus convicciones.”
Bibliografía:
- FOTHERINGHAM, Ignacio. La vida de un soldado. Buenos Aires, Secretaría de Cultura de la Nación - A-Z Editora, 1994.
- ALTAMIRANO, Marcos y otros. Efemérides Nacionales y de la Provincia del Chaco. Resistencia, Yatay, 1988.
- PUNZI, Orlando Mario. Historia de la Conquista del Chaco (2a. Parte). Buenos Aires, Vinciguerra, 1997
- "SCUNIO, Alberto D. H. La conquista del Chaco. Buenos Aires, Círculo Militar, 1972.