Organización del
Ejército de los Andes.
Desde 1815 el Gral. San Martin, como
Gobernador Intendente de Cuyo inició la preparación de un ejército para llevar
adelante su plan continental de liberar a Chile del dominio español y una vez
logrado esto, atacar al centro del dominio imperial hispánico que era la ciudad
de Lima, Perú. A fines de 2016 y después de dos años de intensos preparativos y
de superar todo tipo de dificultades, pero contando con el apoyo inestimable
del Director de las Provincias Unidas del Río de la Plata Juan Martín de
Pueyrredón, logró equipar y adiestrar una fuerza de 3.778 hombres de tropa y
1.392 auxiliares, entre zapadores, baqueanos, transportadores de equipos y
personal de sanidad.
Las armas fueron traídas en parte de Buenos
Aires y en gran parte forjadas en los talleres del experto físico y matemático
Fray Luis Beltrán, quien también se hizo cargo de la maestranza y parque de
artillería. La pólvora fue elaborada por el Ingeniero Álvarez Condarco con el
salitre recolectado en la zona y los uniformes fueron tejidos en su mayor parte
en San Luis por artesanos y artesanas locales y teñidos en Mendoza.
Entre los efectivos que integraban el
ejército se contaban los contingentes de emigrados chilenos que cruzaron la
cordillera después de la derrota de Rancagua en 1814, comandados por Bernardo O`Higgins,
quien se transformó en un amigo y colaborador del Libertador. Aunque la base de
este ejército fue el Regimiento de Granaderos a Caballo que llegó desde Buenos
Aires, para aumentar sus efectivos San Martín ordenó a todos los pobladores
pudientes de Cuyo la entrega de sus esclavos, quienes pasaron a revistar como
soldados de infantería. También dispuso un reclutamiento obligatorio de
milicianos de San Juan y San Luis, y la incorporación de todos los hombres sin
ocupación. El adiestramiento de todos estos efectivos se realizó en el
campamento “El Plumerillo” en las proximidades de la ciudad de Mendoza.
Jefes y oficiales destacados de este
ejército fueron, además de O`Higgins, Soler, Las Heras, Beruti, Lucio N.
Mansilla, Quintana, Lavalle, Alvarado, Crámer, los hermanos Olazábal, los
hermanos Necochea, Freire y Pringles entre otros. Para el servicio espiritual
de la tropa estaban Fray Luis Beltrán y Félix Aldao. Se sumaron varios
militares ingleses en carácter de voluntarios, como Guillermo Miller y algunos franceses como el Gral. Brayer.
El cruce de los Andes.
Después de hacer bendecir a la Bandera del
Ejército de los Andes, bordada por damas mendocinas, y de consagrar a la Virgen
del Carmen como patrona del mismo, San Martín dispuso el comienzo de la
campaña. La misma se inició con la partida del primer contingente el día 9 de
Enero de 1817, al que le siguieron otros en los días siguientes. Estas primeras
columnas de fuerzas reducidas a 50 u 80 efectivos tenían la misión de cruzar la
cordillera por pasos secundarios situados al sur y al Norte de Mendoza, éstos a
la altura de las Provincias de San Juan y La Rioja. Debían ocupar distintas
poblaciones chilenas, con el fin de desorientar a las autoridades españolas
sobre el punto en que se produciría el ataque de los patriotas. El grueso del Ejército
de los Andes inició el cruce por los pasos de Uspallata y Los Patos el día 19,
en forma escalonada y dividida en cinco grupos separados entre sí por una
jornada de marcha cada uno. El último contingente con el parque y la maestranza
partió el día 24 y San Martín como Comendante en Jefe partió el 25 de la ciudad
de Mendoza para sumarse rápidamente a las fuerzas que estaban en camino.
La marcha a través de alturas de más de 4.000
metros, de las cumbres más altas de América fue penosa y plagada de
dificultades. Muchos hombres enfermaron del mal de altura o soroche y algunos
sucumbieron (unos 300) y se convirtieron en las primeras víctimas de esta
memorable epopeya. Para su alimentación se llevaba ganado en pie, charqui y
sacos de harina para la fabricación de pan. Los caballos eran llevados de la
brida por los soldados, quienes en parte montaban en mulas, más aptas para el
peligroso camino de montaña. El intenso frío se hizo sentir y fue combatido por
la ingesta de aguardiente que se distribuyó en todo el camino. La logística fue
especialmente atendida por San Martín que no dejó nada librado al azar. Los
caminos a seguir eran explorados previamente y en lugares estratégicos se establecieron
postas para facilitar el abastecimiento de la tropa y de los animales que
requerían también de atención. Se llevó 9.000 mulas y 1.500 caballos, de los
cuales una gran parte murió durante la marcha. Tampoco se descuidó la
comunicación entre las distintas columnas a través de chasquis, pues la
coordinación de las fuerzas en el momento del ataque a las fuerzas realistas
era fundamental para el éxito de todo el operativo.
Para la orientación de los distintos
cuerpos militares que efectuaban el cruce, el Libertador hizo trazar croquis y
mapas muy detallados de la cordillera
por el Ingeniero Álvarez Condarco, quien fue enviado a Chile portando la
Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas, con riesgo de su
vida. Este colaborador, poseedor de una prodigiosa memoria, retuvo todos los
datos topográficos que habrían de servir al Ejército para facilitar su marcha.
Chacabuco
El trabajo previo de
espionaje y desinformación del enemigo efectuado por San Martín dio sus frutos
pues el Gobernador español Marcó del Pont dispersó sus fuerzas en un amplio
frente de muchos kilómetros al desconocer el lugar por donde atacaría el grueso
del Ejército patriota. Recién cuando supo de la presencia de las tropas en el
Valle del Aconcagua, ordenó al General español Brigadier Rafael Maroto que
reuniese todos sus efectivos en las alturas de Chacabuco para detener al
enemigo que avanzaba en dirección a la ciudad de Santiago de Chile, lo que este
realizó reuniendo a una fuerza de 5.000 efectivos.
Adelantándose a la reunión de todas las
fuerzas españolas, San Martín ordenó el ataque el día 12 de Febrero al clarear
el día. Dividió sus fuerzas en dos columnas, una al mando del Gral. Soler (
2.100 efectivos) que atacaría por el flanco izquierdo de las fuerzas españolas
que se había atrincherado en la Cuesta de Chacabuco. Otra división comandada
por O`Higgins ( 1.500 efectivos) debía atacar por el frente para fijar en el
terreno a las fuerzas españolas mientras se efectuaba el ataque de Soler. El total
de las fuerzas patriotas comprometidas ascendían a 3.600 hombres.
O`Higgins atacó impetuosamente a las
fuerzas de Maroto que se hallaban formadas al pie de la cuesta, sin esperar la
llegada de las tropas de Soler, y fue detenido por las descargas de artillería.
San Martín, viendo comprometida la acción, se lanzó a la batalla encabezando
personalmente al Regimiento de Granaderos a Caballo, pese a estar enfermo. La
llegada del Gral. Soler con sus efectivos por el flanco y la retaguardia quien
avanzó raudamente hacia el centro de la fuerza enemiga, resolvió a favor de los
patriotas la acción. Al promediar la tarde el triunfo patriota era completo,
las fuerzas españolas totalmente dispersas y en fuga, dejando unos 500 muertos
y 600 prisioneros, más 32 oficiales, todo el parque y artillería y la bandera
del Regimiento de Chiloé.
El camino para la ocupación de la ciudad
de Santiago y de la liberación de Chile estaba abierto. El Plan Continental de
San Martín para la libertad de esta parte de América se inició de una manera contundente
y exitosa.
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