martes, 28 de noviembre de 2017

NAVEGACIÓN DE LOS RÍOS BERMEJO Y PILCOMAYO

Primeros intentos de navegación.


   Al comienzo de la Conquista del Río de la Plata por los españoles en el Siglo XVI, los navegantes Sebastián Gaboto y Diego García de Moguer quienes avistaron los Ríos Bermejo y Pilcomayo en su exploración del río Paraná y del río Paraguay, entrevieron la posibilidad de utilizarlos como vía de penetración hacia el Perú para apoderarse de sus legendarias riquezas. Cuando se inició la ocupación de nuestro actual territorio en la segunda mitad de dicho siglo, los conquistadores del Tucumán y del Paraguay alentaron su exploración y navegación, como la forma más segura de establecer una comunicación segura entre ambas regiones. La fundación de las ciudades de Guadalcázar  y de Concepción del Bermejo, tuvieron también ese objetivo.
Ubicación de los ríos Bermejo y Pilcomayo en el Gran Chaco.


    A mediados del Siglo XVI diversas expediciones avistaron al Río Pilcomayo o lo exploraron en algunos de sus tramos, como fueron las expediciones de Nuflo de Chavez desde el Paraguay y Andrés Manso por orden del Virrey del Perú. Este fue el primero en explorar los llanos que después llevaron su nombre y llegar al río que también recibió el nombre de Araguay. Manso es considerado el descubridor del río Pilcomayo por esta expedición. Ambos conquistadores disputaron sobre sus respectivos derechos a las tierras bañadas por este río, y Manso terminó siendo apresado por Chavez.

    Recién en la primera mitad del Siglo XVIII la Compañía de Jesús concibe un proyecto para navegar el Río Pilcomayo, con el doble propósito de encontrar una comunicación con las misiones de Chiquitos situadas al Norte del Chaco Boreal y de facilitar la evangelización de los aborígenes de esa extensa zona de la región chaqueña.  Una expedición integrada por los misioneros Felipe Suárez y Agustín Castañares debían partir de las nacientes del Pilcomayo y descender por él hasta el sitio convenido. Otra expedición, integrada por el Padre Antonio Montijo y por fuerzas militares de apoyo debía efectuar un relevamiento topográfico. El tercer grupo estaba encabezado por el Padre Gabriel Patiño y debía penetrar por la desembocadura del Pilcomayo en el Río Paraguay. 

     El único grupo expedicionario que logró su objetivo fue el que salió de Asunción el 14 de Agosto de 1721 al mando del Padre Patiño, pues las otras expediciones no pudieron localizar el río. Patiño realizó una prolija descripción del curso del río, de las poblaciones aborígenes que habitaban sus riberas, de la flora y la fauna, y pudo comprobar las dificultades que planteaba para su navegación. También pudo constatar la presencia de cultivos de algodón, maíz, zapallo y otras legumbres, realizados por las tribus chaquenses de esa región. El diario de Patiño contiene descripciones etnográficas, hidrológicas y fitogeográficas, que fueron las primeras referencias que se registraron de esa zona bañada por el río Pilcomayo. Al surgir desinteligencias con los aborígenes, la expedición tuvo que retroceder y volver a su punto de partida.

La navegación del Bermejo.
Caciques abipones del Chaco según M. Dobrizhoffer

    La primera tentativa de navegar el Bermejo fue realizada en la segunda mitad del Siglo XVIII por el vecino de Salta de origen peruano,  Coronel Adrián Fernández Cornejo, con el objeto de inaugurar una comunicación fluvial para favorecer el tráfico comercial entre la Gobernación del Tucumán y las ciudades del Litoral. Los intereses económicos y no los fines de evangelización fueron predominantes en este caso. Este siglo se caracterizó por la repercusión en América del nuevo concepto que el Rey Borbón Carlos III de España había aplicado para todos sus dominios dentro de lo que se denominó "Despotismo Ilustrado". Hacer rendir económicamente a las Indias era su objetivo principal, y la empresa de Cornejo estaba a tono con esa política. 

    Por eso, el emprendedor vecino de Salta obtuvo el permiso del Virrey Vértiz del Río de la Plata para efectuar la empresa en 1780. Se instaló en la Reducción de San Ignacio de Tobas sobre el Río de Ledesma y construyó allí una embarcación con dos canoas. Desde el río de Ledesma, tributario del Bermejo, partió el 5 de Agosto, acompañado de Fray Francisco de Morillo y del abogado de la Audiencia de La Plata, Sánchez de Velazco. Iban además un intérprete de lenguas indígenas, un práctico y 15 tripulantes. Dificultades como la falta de víveres, las enfermedades de la tripulación y una encalladura, le impidieron llegar al Bermejo y lo obligaron a abandonar la empresa.



Misionero evangelizando a los aborígenes del Chaco

La empresa de Francisco Morillo.

     Mejor suerte tuvo Fray Francisco de Morillo, quien había conseguido víveres en la Reducción del Valle del Centa y que procuró, sin conseguirlo, persuadir a Cornejo a continuar con la expedición. Con una parte de los hombres de Cornejo inició una nueva expedición desde el Río Grande de Jujuy en Noviembre de 1780. En esa época estaba en pleno Chaco la Expedición Reduccional de Francisco Gabino Arias, quien por mandato del Rey Carlos III tenía el propósito de fundar las reducciones para tobas y mocobíes sobre las riberas del Bermejo Medio. Morillo descendió con su expedición por el Río Bermejo, desde la desembocadura del Río de Tarija, y tomó contacto con numerosas tribus, pertenecientes a los pueblos de mataguayos, chunupíes, matacos (wichi), malbaláes, sinipíes, atalal láes y tobas (qom).

     En la tarde del 1ro. de Diciembre de 1780 la expedición de Morillo arribó a la Reducción de San Bernardo el Vértiz, recientemente fundada, situada sobre el Bermejo cerca de la confluencia con el Río Teuco. Allí pudo entrevistar a su fundador, Francisco Gabino Arias y a su pedido, adoctrinó a los aborígenes. Luego, el día 26 de Enero, asistió a la bendición de la Iglesia de la otra Reducción situada más abajo del río denominada: Nuestra Señora de los Dolores y Santiago de la Cangayé, pronunciando el sermón de circunstancia.

Francisco Gabino Arias
Fundador de las Reducciones del Bermejo.
      El día 9 de febrero Morillo reinició la navegación del Bermejo rumbo a su desembocadura en el Río Paraguay. En esta oportunidad lo acompañaban el Coronel Arias y varios caciques. Siete días después arribaba a la boca del Bermejo y de allí tomó rumbo a la ciudad de Corrientes, donde llegó el día 22. Lo esperaba una gran recepción de autoridades y vecinos, y un solemne "Te Deum" en la iglesia Matriz de la ciudad, como muestra del beneplácito que causaba esta verdadera proeza.




       De este modo, Fray Francisco Morillo fue el primero en demostrar la navegabilidad del Río Bermejo por embarcaciones de poco calado, y al mismo tiempo marcar el rumbo a otras expediciones que le seguirían. El viejo sueño de los conquistadores de unir la Gobernación del Tucumán con el Litoral mediante una ruta fluvial estaba cumplido. Pero también demostró esta empresa la viabilidad de tratar de un modo pacífico con las tribus que poblaban las riberas del Bermejo e intentar su evangelización. La empresa exitosa de Morillo tendría repercusiones, no sólo durante el período final de la dominación española en el Río de la Plata y Tucumán, sino también durante el Siglo XIX , ya en la época independiente.

La empresa comercial de Fernández Cornejo.

      Adrián Fernández Cornejo buscó reivindicarse de su fracaso anterior e intentó, con el aliento dado por el Virrey del Río de la Plata Nicolás de Arredondo, concluir con éxito una nueva navegación del Río Bermejo. Esta vez fue más previsor, mandó construir las embarcaciones que utilizaría en su empresa, acopió suficiente cantidad de víveres en la ciudad de Salta y contrató allí mismo al personal idóneo y a 26 soldados que le acompañarían en la expedición. Iban con él sus hijos Juan José y Antonio, los doctores Lorenzo Villafañe y Lorenzo Doncel de Villena, y el intérprete Juan José de Acevedo.

     A diferencia de la expedición de Morillo, su objetivo no fue solamente la exploración y comprobar la navegación del Bermejo, sino inaugurar un comercio regular por vía fluvial con las ciudades de Corrientes, Santa Fe y Buenos Aires. A esto unía un plan de colonización del Chaco con la fundación de una cadena de fuertes sobre el río, la evangelización de los aborígenes mediante  nuevas reducciones, y la explotación de las ricas maderas ribereñas para la construcción de navíos. Cornejo proyectaba además abrir mercados para la yerba del Paraguay en las provincia del Tucumán y traer la plata altoperuana para ser comercializada en el Litoral. Este proyecto era consistente con el propósito virreinal de incorporar efectivamente estas tierras al dominio del Rey de España.

     Cornejo inició su expedición desde las Juntas del Rio de Centa con el Bermejo el 27 de Junio de 1790. En esta primera parte de la navegación tuvo que afrontar numerosas dificultades por la caídas que presentaban su curso, los numerosos raigones y peñascos que obstaculizaban su marcha y por la pérdida de una de las embarcaciones con muchos víveres.  Sin embargo pudo tomar contacto con numerosas tribus e intercambiar tabaco por carneros, pescados y vasijas, especialmente con los mataguayos y los malbaláes, quienes ya habían hechos las paces con la anterior expedición reduccional de Gabino Arias. Con otras tribus más guerreras tuvo que librar cruentos combates con su saldo de muertos y heridos por ambas partes.

El Río Bermejo a su paso por la llanura chaqueña

     El día 5 de Agosto arribó a la Reducción de La Cangayé, previo paso por la Reducción de San Bernardo el Vértiz, las cuales habían sido fundadas por Gabino Arias. Allí se encontró con el Padre Lorenzo Suárez de Cantillana, de muy avanzada edad, que cumplía una esforzada labor de evangelización entre los aborígenes del Chaco. Después de celebrar una misa en la capilla de la Reducción, continuó su navegación acompañado de de un cacique toba y otro mocoví, como guías y para evitar nuevos enfrentamientos en el viaje. Otra alternativa del viaje que quedó reflejado en el Diario de la Expedición, fue que al pasar por una senda que se internaba en la espesura, supo por boca de uno de los caciques, que era el camino que llevaba a una gran laguna junto a la cual se encontraban las ruinas de la antigua ciudad de Concepción del Bermejo destruida por los aborígenes. Finalmente el día 20 de agosto arribaron a la desembocadura del Bermejo en el Río Paraguay, cumpliendo así con su objetivo principal.

    A pesar del éxito de la empresa, Cornejo no pudo ver cristalizados sus ambiciosos proyectos, pues el Gobierno Virreinal no supo evaluar las ventajas que podrían resultar de la apertura de la vía fluvial del Bermejo. El Virrey Arredondo, si bien consultó con los Tenientes de Gobernador de las ciudades de Asunción, Santa Fe y Salta, no avanzó con medidas concretas para adelantar los fuertes sobre dicho río. Tampoco pudo Cornejo disfrutar de celebridad alguna ni reconocimiento oficial, a pesar de la importancia de su navegación. El Diario de la expedición con sus valiosos datos, fue entregado al Auditor de Guerra, quien no tuvo otra idea que enviarlo al archivo. Como dice el historiador y documentalista Pedro de Ángelis: "...sin honrar siquiera con una expresión benévola el mérito del que había demostrado la posibilidad de navegar el Bermejo".

BIBLIOGRAFÍA:

ALTAMIRANO, M., SBARDELLA, C. Y DELLAMEA DE PRIETO, A. Historia del Chaco. 2a.         Edic. Resistencia, Cosmos, 1994.

ARENALES, Jose I. Noticias históricas y descriptivas sobre el gran país del Chaco y Río Bermejo.          Buenos Aires, 1833.

DE ÁNGELIS, Pedro. Colección de Obras y Documentos, T. VI. Buenos Aires, Plus Ultra, 1970.

LEONI, Carlos U. El Río Pilcomayo. La contaminación y otros problemas. Resistencia,                            Subsecretaría  de Cultura de la Provincia del Chaco, 2001.

MAEDER, Ernesto J. Historia del Chaco, 2a. Edic., Resistencia, Contexto, 2006.
                                                        

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jueves, 23 de noviembre de 2017

LA CULTURA EN EL TERRITORIO NACIONAL DEL CHACO

Los pioneros.

Escultura en madera de Juan de Dios Mena
   El despertar cultural del Chaco se inicia en la etapa territoriana cuando empieza a hacerse sentir el resultado de la labor de varias instituciones educativas como la Escuela Normal Sarmiento desde su fundación en 1910 y de la prédica periodística de los primeros órganos de importancia, como “El Colono” desde 1909, “La Voz del Chaco” desde 1914, el diario “El Territorio” en 1919 y la revista “Estampa Chaqueña” desde 1929, entre otras publicaciones. Allí comienzan a manifestar sus inquietudes intelectuales y artísticas los primeros escritores, ensayistas, poetas y novelistas, y los primeros artistas plásticos de la región. Estos pioneros de la historia cultural del Chaco en los inicios de su vida territorial tuvieron el mérito de sacudir la modorra lugareña y  despertar a sus habitantes a la experiencia de las realizaciones espirituales y enseñarles a valorar la propia gesta que estaban protagonizando, en su lucha cotidiana por arrancar a la tierra sus riquezas y a entender el lenguaje de la naturaleza agreste que los rodeaba.

 Primeras instituciones y actores culturales

   En estos años que precedieron a la década del 30, también surgieron las primeras instituciones o  ámbitos donde se representaron las primeras obras teatrales, y los pintores y dibujantes pudieron exponer al público sus obras.  Tales fueron el “Teatro Edén”, el cual funcionó en el patio del Hotel “Europa” y el bar “Olimpo” anexo al teatro homónimo, el cual ya en la década del 20 cobijó las tertulias de un grupo de inquietas personalidades que buscara, en las vías del arte y la literatura, un vehículo para sus expresiones espirituales. Entre los que allí se congregaban se contaban José Mayor, quien bajo el seudónimo de “Saporiti” publicaba sus dibujos humorísticos y sus caricaturas; Juan de Dios Mena, quien procedente de la Pvcia. de Santa Fe llegó al Chaco en esos años se expresaba poéticamente y también a través de sus tallas que retrataban a personajes típicos de nuestra región; Crisanto Domínguez, escultor y tallista oriundo de Las Palmas, quien también en años posteriores incursionó en la literatura regional con sus obras: “Rebelión en la Selva” y “Tanino”, ambas de fuerte contenido social; Juan Ramón Lestani, descendiente de los primeros inmigrantes, inquieto y polémico analista de la realidad local, autor de algunas obras emblemáticas de este período, como “El Territorio Nacional del Chaco. Oro y miseria”, “Por los caminos del Chaco” y “Unidad y conciencia”, entre otras. Allí volcó sus convicciones políticas y sociales y expuso las carencias de una sociedad que crecía sin atender a aquellos valores espirituales que debían ser fundamentales en la formación del hombre chaqueño.
     Hacia 1933 arriban al Chaco un grupo de profesionales desde la Capital Federal quienes se incorporan como funcionarios y técnicos  de la administración territorial de José C. Castells, a quienes se agregan otros atraídos por las perspectivas que comenzaba a ofrecer el Territorio para el progreso personal. Así se dieron las condiciones para el surgimiento de nuevas entidades culturales, como la Sociedad Científica del Gran Chaco, constituida en 1936, y en cuyo seno se destacaron los Doctores Alberto Torres, Julio Olazábal y Cecilio Romaña, el entomólogo Pedro Denier, el veterinario Luis Marpegán, y el Dr. Julián Acosta entre otros. Les correspondió a estos inquietos estudiosos la misión de dar vida a las primeras conferencias científicas del territorio, sobre temas de nuestra región.

                                                                      La “Peña de los bagres”

"Autorretrato" Óleo de Alfredo P'rtile. Destacado
plástico chaqueño
      Casi simultáneamente con esta institución surgió en torno a la eficaz convocatoria del Dr. Alberto Torres la “Peña de los Bagres”, informal tertulia de poetas, escritores, pintores, escultores, cantantes, músicos y médicos, que se reunía en el Restorán “Chanta Cuatro”, ubicado en la intersección de las actuales calles Perón y Dónovan. Allí se polemizaba sobre las corrientes literarias o artísticas en boga, se recitaban poemas, se leían cuentos o fragmentos de novelas, o se invitaba a participar a figuras de la cultura de relieve nacional. En torno a las mesas de esta singular cofradía se reunían, aparte de su mentor Torres, el Dr. Cecilio Romaña y otros colegas de la Sociedad Científica, el tallista y poeta Juan de Dios Mena, el pintor Alfredo Pértile, el escultor Crisanto Domínguez, los escritores Gaspar L. Benavento y Juan Ramón Lestani y muchos otros que se destacaban en el ambiente intelectual y artístico de Resistenci


El Ateneo del Chaco.
     Pero esta peña, que no tuvo nunca una existencia formal, pero sí muy real y ruidosa, alentó y dio vida a otras expresiones del mundo artístico e intelectual del ámbito resistenciano, como lo fue la constitución del Ateneo del Chaco en 1938, cuya idea matriz surgió precisamente entre los contertulios de la Peña de los Bagres. La Comisión provisoria de esta institución estuvo a cargo del escritor Horacio Rivero Sosa y en su primer acto público el 15 de Octubre de 1938 el Dr. Alberto Torres fundamentó su creación con estos conceptos que aún hoy conservan su plena vigencia: “…el Ateneo del Chaco se presenta a ocupar un terreno baldío y se lanza a la búsqueda del paisaje chaqueño, dividido en dos grandes secciones: una de artes y otra de ciencias, con valores positivos como supervisores en cada una de ellas (…) Para que `Hacer Chaco` no sea la expresión de un acto fenicio o de una intención sin contenido, será indispensable que se busque la manera de sostener a los artistas y a los hombres de ciencia, los únicos que ensanchan el horizonte, le dan contenido, lo pueblan de héroes, de leyendas, de santos.”
      También bajo el influjo del impulso dado por el Ateneo a las distintas manifestaciones culturales y por obra de personalidades salidas de su seno, surgieron otras entidades culturales, entre las cuales se cuenta nuestra institución: la filial Chaco de la Sociedad Argentina de Escritores, surgida por iniciativa de Horacio Rivero Sosa, Juan Ramón Lestani, Juan de Dios Mena y Gaspar L. Benavento en el año 1942.
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"Tanino"y "Rebelión en la Selva", obras de Crisanto
Domínguez




El Fogón de los Arrieros y otras entidades culturales.
         Casi como una continuidad de las reuniones de la Peña de los Bagres surgió en 1944 el Fogón de los Arrieros, cuando las tertulias del Chanta Cuatro se mudaron al domicilio de Aldo Boglietti en la calle Brown casi Pellegrini. En ese lugar de se dio cita un variado grupo de intelectuales, artistas y bohemios, que encontraban allí un ámbito informal para exponer sus ideas u ocurrencias. El Fogón fue la referencia obligada de todos los artistas, intelectuales y científicos que arribaban al Chaco y que a su partida dejaban algún recuerdo de su paso por la institución: un objeto de su propiedad, un cuadro, una foto, un poema, etc. Formándose con el tiempo un singular “museo” que se exhibe en sus instalaciones.
El Fogón de los Arrieros una de las principales
instituciones culturales de Resistencia
        Así se gestó y se nutrió una parte importante de la vida cultural del Chaco, alimentada también de manera sustancial en esos años del Territorio Nacional del Chaco por las instituciones educativas más destacadas, como lo fueron la Escuela Normal, el Colegio Nacional y la Universidad Popular. La  labor de difusión de las expresiones autóctonas estuvo a cargo de la Peña Nativa Martín Fierro, que impulsó la formación de conjuntos musicales y de danzas folklóricas de gran prestigio en todo el país. La tarea formativa de la Iglesia Católica mediante sus principales instituciones educadoras se extendió a todos los  puntos principales del territorio chaqueño. La Iglesia realizó un importante aporte a nuestra cultura cuando dio vida a los “Cursos de Cultura Católica” impulsados por el Obispo Monseñor Nicolás de Carlo, que congregó a numerosos inscriptos y constituyeron los primeros estudios superiores en el Chaco. También debemos destacar los estudios pioneros de historia  y arqueología regional a cargo de Monseñor José Alumni, realizados también con el patrocinio de Monseñor de Carlo.

BIBLIOGRAFÍA.

ALTAMIRANO, M., SBARDELLA, C. Y DELLAMEA DE PRIETO, A. Historia del          
      Chaco. Resistencia, 2ª. Edic. Resistencia, Cosmos, 1994.
GÓMEZ LESTANI, Eduardo. Perfil cultural del Chaco y Formosa. Diccionario
      Enciclopédico Regional. Buenos Aires, Creditorial Universitaria, 1979.
LEONI DE ROSCIANI, María Silvia. La conformación del campo cultural chaqueño.
      Corrientes, 2008.
MIRANDA, Guido. Fulgor del Desierto Verde. (1925-1947). Resistencia, Región, 1985.

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martes, 21 de noviembre de 2017

LIBRO: "EL SOL DE LA INDEPENDENCIA"

Obra publicada por la Editorial Contexto en Junio de 2016.
Autor: Prof. Marcos A. Altamirano.



     Cuando Hispanoamérica salió en la búsqueda de su emancipación a principios del siglo XIX, sus líderes procuraron también identificarse y diferenciarse del tronco común ibérico para inaugurar nuevas identidades en el vasto escenario en que les tocó actuar. Nacieron así los distintivos, las enseñas, los himnos, los que si en un principio reflejaron o pretendieron representar a todo el movimiento emancipador, no tardaron en diversificarse según los distintos escenarios de la geografía continental, donde los diversos proyectos independentistas iban alcanzando sus objetivos.
     Abordar la historia de estos símbolos significa también acercarse a la comprensión de cómo fueron definiéndose las nacionalidades hispanoamericanas, a despecho de los ambiciosos proyectos políticos que, como los de San Martín y Bolívar, intentaron reunir a todos los pueblos de América en una sola y poderosa nación.
     Y el hecho de que todos los pueblos de Hispanoamérica hayan compartido en su momento ese objetivo común de libertad frente al dominio español, que sus movimientos revolucionarios se hayan iniciado casi al unísono y por las mismas causas, hizo que los símbolos mediante los cuales se expresaron, tuvieran muchas similitudes y hasta un “aire de familia”, que es una de las singularidades del movimiento emancipador hispanoamericano.
      Al abordar el estudio de uno de los rasgos más característicos de nuestra simbología histórica, como es la del Sol y la de su origen incaico, nos ha sorprendido no sólo su antigüedad en nuestra tradición cultural, sino la serie de proyectos políticos de largo alcance vinculados a su representación, que tuvieron desarrollo a lo largo del proceso revolucionario. En otras palabras, su estudio si bien corresponde a la Heráldica (estudio de los escudos y de los blasones) y a la Vexilología (estudio de las banderas y de los estandartes), trasciende el campo de estas disciplinas y se interna en el complejo proceso de la formación de las naciones y de los estados de Hispanoamérica.


ORIGEN DEL NOMBRE "RESISTENCIA" CAPITAL DEL CHACO

Población en el paraje "San Fernando"


Imagen relacionada
Exploradores del Chaco con caciques aborígenes en el Siglo XIX
    Hacia 1870 el Chaco era una vasta región situada al Norte de la Argentina prácticamente desconocida y poblada por numerosos pueblos aborígenes que desde la época hispánica resistían fieramente la presencia del hombre blanco. Sin embargo, las ricas maderas de sus bosques atraían a muchos empresarios, quienes partiendo desde las provincias limítrofes se establecían en la costa de los ríos y fundaban obrajes con la participación de la mano de obra indígena y de peones criollos. Uno de estos centros de explotación forestal era el que se formó en las cercanías del Paraje "San Fernando", llamado así porque entre 1750 y 1767 había sido el asiento de la reducción jesuítica de San Fernando del Río Negro, situado en la costa chaqueña a unos ocho kilómetros del Río Paraná frente a la ciudad de Corrientes.

       A ese lugar llegó en ese mismo año el Coronel Napoleón Uriburu al frente de una expedición del Ejército Argentino, con el Regimiento "Nueva Creación", que había partido de Salta en misión exploratoria atravesando el interior del Chaco. Uriburu, que acampó con sus fuerzas justamente en el Paraje San Fernando, calculó en 1.500 el número de aborígenes que trabajaban en los obrajes madereros situados en las cercanías del mencionado paraje. Semejante concentración de aborígenes suponía un crecido número de obrajes y la presencia de numerosos peones criollos para el labrado, acarreo, carga y conducción de los animales de tiro, tareas para las cuales el aborigen no estaría aún muy familiarizado.

     Hacía 1873 la población agrupada en el paraje San Fernando había adquirido ya cierta importancia, pues el Jefe de la Capitanía del Puerto de Corrientes Esteban Guastavino, dirigió una comunicación al Gobernador del Chaco dando cuenta que en la costa chaqueña frente a Corrientes existían más de veinte obrajes, donde trabajaban entre ochocientos a mil personas, de los cuales unos cuatrocientos se agrupaban en torno el paraje al que equivocadamente llamó "San Gerónimo". Agregaba que no existía allí ninguna autoridad que resguardara la autoridad y el orden, y que varios dueños de esos obrajes deseaban adquirir los terrenos que ocupaban y sufragar los gastos que originasen la creación de una autoridad y de su policía.

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Soldados del Ejército de Línea a fines del Siglo XIX durante
la Conquista del Chaco.
Primer intento de organización.

     Desde 1872 estos territorios que se extendían desde Bahía Negra en el Alto Paraguay por el Norte hasta el Arroyo del Rey en el Río Paraná por el Sur, estaban sujetos a la jurisdicción del Gobierno de los Territorios del Chaco, entidad creada por el Presidente Domingo F. Sarmiento, para resguardar los intereses argentinos sobre el Chaco, ante el litigio de límites con el Paraguay surgido luego de la   terminación de la Guerra de la Triple Alianza. El asiento de las autoridades del territorio se encontraba en Villa Occidental, situada sobre la margen derecha del río Paraguay a unos 25 kilómetros al Norte de Asunción. Estaba al frente de la Gobernación del Chaco el General Julio de Vedia, veterano de la Guerra del Paraguay, quien de inmediato solicitó al Gobierno Nacional la creación de una autoridad en el paraje San Fernando ante el incremento de su población. El Gobierno contestó autorizando al Gobernador Vedia a nombrar un Juez de Paz y un Comisionado Municipal, si la población no alcanzaba a mil almas.

     Esta medida no se concretó y la situación en la costa chaqueña continuó invariable. Es probable que esta imposibilidad por parte de las autoridades por ejercer jurisdicción sobre un punto situado a pocos kilómetros de Corrientes, se explique por la gran distancia que mediaba entre la capital y la Gobernación, y por la atención prioritaria que exigía en ese momento el pleito limítrofe con el Paraguay por la posesión del Chaco y de la Villa Occidental. En consecuencia, escapaba a las posibilidades y a los objetivos de las autoridades del territorio, el ordenamiento y control  de los centros poblados que surgían como resultado de la iniciativa particular y con finalidad de explotación comercial.

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Trazado de la Colonia "Resistencia" por la Comisión
Exploradora Fóster-Seelstrang de 1875-76
El testimonio de la Comisión Exploradora.

       Recién en 1874 el Gobierno Nacional comienza a fijar su atención en estos parajes, cuando el 6 de Octubre de ese año el Presidente Sarmiento promulga la Ley 686 por la cual se crea la Jefatura Política del Chaco, con jurisdicción limitada al Chaco Austral, y se ordena la fundación de cuatro colonias-cantones en la costa chaqueña, una de ellas situada frente a Corrientes, es decir en el mismo lugar donde se encontraba el paraje San Fernando, centro de actividad obrajera.

       De conformidad con la Ley 686, el Presidente Avellaneda que sucedió Sarmiento, nombró en Marzo de 1875 Jefe Político del Chaco al correntino Aurelio Díaz y designó a la Comisión encargada de mensurar y trazar las cuatro colonias-cantones sobre la costa chaqueña. La misma estaba integrada por el Jefe Político Aurelio Díaz, el Comendante de la Frontera Norte Coronel Manuel Obligado, y los ingenieros Arturo Seelstrang y posteriormente al Ingeniero Enrique Fóster.

     En su recorrida por la zona donde se encontraba el paraje San Fernando, los miembros de la Comisión Exploradora se encontraron con que en el lugar se hallaba instalado un grupo de obrajeros con su peonada, a quienes señalan con sus nombres en su informe elevado al Gobierno Nacional. Ellos eran: José María Ávalos, Félix Seitor, Antonio Brígnole, Ramón Vázquez, Carlos Corsi y otro de apellido Sicar o Sicard. De ellos se destacaban los establecimientos de Ávalos y Seitor, con plantaciones de árboles frutales y legumbres, siendo el principal el del primero, el cual contaba con diez habitaciones de material , galpones y taller de carpintería, todo cercado por una empalizada de palo a pique para la defensa contra los ataques de los aborígenes.
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Tribu aborigen del interior del Chaco en el Siglo XIX

     Las causas de este nucleamiento que constituía un verdadero poblado en formación, según la Comisión eran: la necesidad de prestarse mutua protección contra los ataques aborígenes y el deseo natural del hombre de vivir en sociedad. A esto debemos agregar que la explotación forestal exigía disponer de una numerosa peonada, de animales de tiro y vehículos de carga, para lo cual se precisaba de una infraestructura básica a fin de atender sus necesidades. Otro factor adicional fue que en 1871 se desató en Corrientes y en pueblos cercanos la fiebre amarilla, que provocó solamente en la ciudad más de mil víctimas. Muchos vecinos eligieron entonces residir un tiempo en el paraje San Fernando, buscando un clima más saludable para escapar del flagelo.

        La referida Comisión Exploradora dio cuenta en su informe que la relación entre los obrajeros y las tribus aborígenes de las cercanías, que en gran medida proporcionaba la mano de obra para el corte de madera en los montes del lugar, comenzó a deteriorarse por el abuso que aquellos cometían y por los engaños en el momento de abonarles su retribución. Esta se hacía la mayoría de las veces mediante la entrega de mercaderías de mala calidad o artículos ordinarios, con el agravante de la venta de bebidas alcohólicas adulteradas,  que desataban o estimulaban el deseo de venganza. Las protestas eran reprimidas con violencia,

La "resistencia" de San Fernando.

      Meses antes de llegar la Comisión Exploradora a la zona, la población de San Fernando debió atravesar una crítica situación que pondría a prueba su voluntad de resistir. En el mes de Abril de 1875 comenzaron a tenerse noticias sobre una coalición general de tribus del Chaco para llevar un ataque a San Fernando, solamente defendida por un piquete de 15 hombres de la Guardia Provincial de Corrientes. El Jefe Político Aurelio Díaz pidió autorización al Gobierno Nacional para organizar una fuerza armada de vecinos a fin de contener el ataque aborigen.

       La tan temida invasión se produjo el 10 de junio, cuando una fuerza de unos mil aborígenes, armados con lanzas y armas de fuego, realizó un intenso ataque al sur de los obrajes cercanos a San Fernando. Los 15 hombres de la guarnición en unión con los obrajeros y sus peones pudieron hacerle frente y rechazarla luego de un intenso combate de una hora, provocándole muertos y heridos. Pero ante el peligro de ser copados en caso de repetirse el ataque, debieron replegarse en dirección al fuerte del Coronel Ávalos a la espera de refuerzos. Esa misma noche salió de Corrientes el vapor "Teresa"con treinta hombres más, con municiones y pertrechos.

        Este ataque no fue más que el preludio de otros más violentos que ocurrieron los días 11 y 12 del mismo mes. Las fuerzas defensoras al mando del Comandante Vera y del Mayor Quijano de la Guardia Provincial de Corrientes, sumaban junto a los peones de los obrajes, unos cien hombres. El Cacique de los vilelas Leoncito, que había estado reducido con su tribu en San Buenaventura del Monte Alto por los padres franciscanos de Corrientes, prestó colaboración a la defensa en esta oportunidad. Un capataz de Félix Seitor y dos peones murieron en estos ataques, y otro defensor Manuel Andino fue herido. Un cacique atacante fue muerto por el Mayor Quijano, pero la versión aceptada después de que Leoncito resultó muerto en un duelo singular con el Coronel Ávalos, no pasa de ser una leyenda.
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Acarreando maderas en un obraje del Chaco.
Óleo de Alfredo Pértile

      Estas jornadas, que tuvieron resonancia nacional consagraron a San Fernando como población capaz de permanecer frente a la amenaza aborigen y probaron la eficacia de la ayuda militar proveniente de Corrientes. El nombre de "Resistencia" con el cual se bautizó a la Colonia fundada en el mismo lugar, se originó en estos días. A mediados de octubre de ese año 1875 llegó al lugar la Comisión Exploradora de los Ingenieros Fóster y Seelstrang designada por el Presidente Avellaneda para fundar las cuatro colonias-cantones dispuesta por la Ley 686.
       Los miembros de la Comisión Exploradora debieron escuchar de labios de los propios defensores el relato de esas jornadas dramáticas. Esto y las defensas levantadas por los obrajeros, junto con las comodidades que pudieron apreciar en las quintas de Ávalos y Seitor, y que destacan en su informe,  más la facilidad de comunicaciones por vía fluvial, los decidió a elegir el lugar para el trazado de la Colonia. Cuando explican la razón de bautizar con el nombre de "Resistencia" a esta última, expresan textualmente:

       "...en vista de los datos adquiridos elegirlo [al paraje San Fernando] para establecer en él la primera Colonia en el Territorio Nacional del Chaco, la cual se denominó 'Resistencia'  por el hecho de haber resistido durante bastante tiempo un corto número de hombres sin protección de ningún gobierno, las continuas amenazas de los aborígenes."

      Algunos autores que trataron este tema, por desconocer los ataques del 10 a 12 de junio de 1875,  ampliamente cubiertos por el diario "La Prensa" de Buenos Aires, y por existir una documentación que ya menciona este nombre dado a la colonia en diciembre de ese año, consideraron que esa denominación tuvo un carácter simbólico y que no aludía a los ataques hasta ese momento conocidos a Resistencia, de los meses de Febrero y Abril de 1876. Por lo expuesto, considero que la Comisión Exploradora tuvo muy en cuenta aquellas jornadas muy difíciles que pusieron a prueba la capacidad de resistir de los pobladores de San Fernando.
       En los meses de Enero y Febrero de 1876, el Cacique Leoncito de los vilelas se sublevó contra las autoridades y llevó dos ataques contra los obrajes de San Fernando, en lo que pareció un modo de conocer y poner a prueba a las defensas del paraje, preludiando otros ataques más importantes. Los ataques fueron rechazados por los pobladores de la Guardia Provincial de Corrientes al mando del Mayor Pedro Quijano. Algunos caciques tobas, como Mariano y Pedro Largo, se sometieron y asentaron sus tolderías en las cercanías de San Fernando. Otros, unos diez en total, desafiaron al Gobernador Uriburu quien marchó con sus tropas a someterlos en dirección a las nacientes del Río Guaycurú en las cercanías del Bermejo medio, dejando sólo 14 hombres en la guarnición de San Fernando.
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Familia inmigrante llegada a Resistencia a partir de 1878.
       Esta situación fue aprovechada por los caciques: Leoncito de los vilelas y Cambá de los tobas, quienes aliaron sus fuerzas y lanzaron un fuerte ataque a los obrajes de San Fernando el día 25 de Abril de 1876. Desde hora muy temprana las huestes de Leoncito y de Cambá, divididos en cinco grupos asaltaron a tres de los establecimientos, entre ellos al del Coronel Ávalos, obligando a sus defensores a atrincherarse detrás de las empalizadas para sostener su posición. Encabezaron la resistencia el Jefe Político Díaz, el Mayor Quijano, el Coronel Ávalos y otros obrajeros, junto con sus peones. El combate fue muy encarnizado y los atacantes estuvieron a punto de penetrar las defensas. Finalmente se retiraron y huyeron adentrándose en los montes cercanos. El saldo de la jornada fue de cuatro heridos por los defensores y de seis muertos y numerosos heridos por los atacantes.

  Estos fueron los últimos ataques que sufrieron los obrajes de San Fernando y la naciente Colonia Resistencia, aunque el peligro de las invasiones no desapareció del todo pues subsistían las causas que les daban origen. Otros ataques de menor importancia sufrieron años después los colonos que se encontraban más alejados. De este modo la Colonia "Resistencia" logró permanecer y hacer honor al nombre que había recibido. Su consolidación permitió que menos de dos años después se recibieran a las 36 primeras familias de inmigrantes italianos, iniciando así la colonización agrícola del Chaco.

Bibliografía.

ALTAMIRANO, Marcos A. La colonización de Resistencia. Resistencia, Moglia, 2006.
ALUMNI, José. El Chaco, figuras y hechos de su pasado. Resistencia, 1951.
FARÍAS DE FOULKES, A. R. Y VAN LIERDE, B.E. La Jefatura Política del Chaco. Ley 686. En: Revista de la Junta de Historia del Chaco, Nro. 1, 1978.
FONTANA, Luis Jorge. El Gran Chaco. Buenos Aires, Solar-Hachette, 1977.
GERALDI, Seferino. Lo que me contaron mis abuelos o páginas históricas del Chaco. Resistencia, 1958.    
LÓPEZ PIACENTINI, Carlos. De San Fernando a la Resistencia. Resistencia, 1958.
MAEDER, Ernesto J. Historia del Chaco. Buenos Aires, Plus Ultra, 1997.
     




       

sábado, 18 de noviembre de 2017

II ENCUENTRO DE ALUMNOS DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS SUPERIORES DE CORZUELA - CÁTEDRA: HISTORIA REGIONAL

Participación en carácter de "Invitado" del Profesor Marcos Antonio Altamirano, en el II Encuentro de alumnos del Instituto de Estudios Superiores "Miguel Neme"-Cátedra "Historia Regional"- en la ciudad de Corzuela, Pvcia del Chaco, el día 17 de Octubre de 2017. En esa oportunidad dictó la conferencia inaugural del encuentro sobre el tema: "El Sol de la Independencia".

El Encuentro se realizó con la participación de alumnos de las Cátedras
Historia de América Colonial y Didáctica Especial y Pasantía de  la
Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste.

El disertante con el organizador del Encuentro Prof. Alejandro
Alegre del Instituto de Estudios Superiores "Miguel Neme"

Disertación del Prof. Marcos Altamirano sobre el tema de su
último libro: "El Sol de la Independencia"