Al comienzo de la Conquista del Río de la Plata por los españoles en el Siglo XVI, los navegantes Sebastián Gaboto y Diego García de Moguer quienes avistaron los Ríos Bermejo y Pilcomayo en su exploración del río Paraná y del río Paraguay, entrevieron la posibilidad de utilizarlos como vía de penetración hacia el Perú para apoderarse de sus legendarias riquezas. Cuando se inició la ocupación de nuestro actual territorio en la segunda mitad de dicho siglo, los conquistadores del Tucumán y del Paraguay alentaron su exploración y navegación, como la forma más segura de establecer una comunicación segura entre ambas regiones. La fundación de las ciudades de Guadalcázar y de Concepción del Bermejo, tuvieron también ese objetivo.
A mediados del Siglo XVI diversas expediciones avistaron al Río Pilcomayo o lo exploraron en algunos de sus tramos, como fueron las expediciones de Nuflo de Chavez desde el Paraguay y Andrés Manso por orden del Virrey del Perú. Este fue el primero en explorar los llanos que después llevaron su nombre y llegar al río que también recibió el nombre de Araguay. Manso es considerado el descubridor del río Pilcomayo por esta expedición. Ambos conquistadores disputaron sobre sus respectivos derechos a las tierras bañadas por este río, y Manso terminó siendo apresado por Chavez.
Ubicación de los ríos Bermejo y Pilcomayo en el Gran Chaco. |
A mediados del Siglo XVI diversas expediciones avistaron al Río Pilcomayo o lo exploraron en algunos de sus tramos, como fueron las expediciones de Nuflo de Chavez desde el Paraguay y Andrés Manso por orden del Virrey del Perú. Este fue el primero en explorar los llanos que después llevaron su nombre y llegar al río que también recibió el nombre de Araguay. Manso es considerado el descubridor del río Pilcomayo por esta expedición. Ambos conquistadores disputaron sobre sus respectivos derechos a las tierras bañadas por este río, y Manso terminó siendo apresado por Chavez.
Recién en la primera mitad del Siglo XVIII la Compañía de Jesús concibe un proyecto para navegar el Río Pilcomayo, con el doble propósito de encontrar una comunicación con las misiones de Chiquitos situadas al Norte del Chaco Boreal y de facilitar la evangelización de los aborígenes de esa extensa zona de la región chaqueña. Una expedición integrada por los misioneros Felipe Suárez y Agustín Castañares debían partir de las nacientes del Pilcomayo y descender por él hasta el sitio convenido. Otra expedición, integrada por el Padre Antonio Montijo y por fuerzas militares de apoyo debía efectuar un relevamiento topográfico. El tercer grupo estaba encabezado por el Padre Gabriel Patiño y debía penetrar por la desembocadura del Pilcomayo en el Río Paraguay.
El único grupo expedicionario que logró su objetivo fue el que salió de Asunción el 14 de Agosto de 1721 al mando del Padre Patiño, pues las otras expediciones no pudieron localizar el río. Patiño realizó una prolija descripción del curso del río, de las poblaciones aborígenes que habitaban sus riberas, de la flora y la fauna, y pudo comprobar las dificultades que planteaba para su navegación. También pudo constatar la presencia de cultivos de algodón, maíz, zapallo y otras legumbres, realizados por las tribus chaquenses de esa región. El diario de Patiño contiene descripciones etnográficas, hidrológicas y fitogeográficas, que fueron las primeras referencias que se registraron de esa zona bañada por el río Pilcomayo. Al surgir desinteligencias con los aborígenes, la expedición tuvo que retroceder y volver a su punto de partida.
La navegación del Bermejo.
La primera tentativa de navegar el Bermejo fue realizada en la segunda mitad del Siglo XVIII por el vecino de Salta de origen peruano, Coronel Adrián Fernández Cornejo, con el objeto de inaugurar una comunicación fluvial para favorecer el tráfico comercial entre la Gobernación del Tucumán y las ciudades del Litoral. Los intereses económicos y no los fines de evangelización fueron predominantes en este caso. Este siglo se caracterizó por la repercusión en América del nuevo concepto que el Rey Borbón Carlos III de España había aplicado para todos sus dominios dentro de lo que se denominó "Despotismo Ilustrado". Hacer rendir económicamente a las Indias era su objetivo principal, y la empresa de Cornejo estaba a tono con esa política.
Por eso, el emprendedor vecino de Salta obtuvo el permiso del Virrey Vértiz del Río de la Plata para efectuar la empresa en 1780. Se instaló en la Reducción de San Ignacio de Tobas sobre el Río de Ledesma y construyó allí una embarcación con dos canoas. Desde el río de Ledesma, tributario del Bermejo, partió el 5 de Agosto, acompañado de Fray Francisco de Morillo y del abogado de la Audiencia de La Plata, Sánchez de Velazco. Iban además un intérprete de lenguas indígenas, un práctico y 15 tripulantes. Dificultades como la falta de víveres, las enfermedades de la tripulación y una encalladura, le impidieron llegar al Bermejo y lo obligaron a abandonar la empresa.
La empresa de Francisco Morillo.
Mejor suerte tuvo Fray Francisco de Morillo, quien había conseguido víveres en la Reducción del Valle del Centa y que procuró, sin conseguirlo, persuadir a Cornejo a continuar con la expedición. Con una parte de los hombres de Cornejo inició una nueva expedición desde el Río Grande de Jujuy en Noviembre de 1780. En esa época estaba en pleno Chaco la Expedición Reduccional de Francisco Gabino Arias, quien por mandato del Rey Carlos III tenía el propósito de fundar las reducciones para tobas y mocobíes sobre las riberas del Bermejo Medio. Morillo descendió con su expedición por el Río Bermejo, desde la desembocadura del Río de Tarija, y tomó contacto con numerosas tribus, pertenecientes a los pueblos de mataguayos, chunupíes, matacos (wichi), malbaláes, sinipíes, atalal láes y tobas (qom).
En la tarde del 1ro. de Diciembre de 1780 la expedición de Morillo arribó a la Reducción de San Bernardo el Vértiz, recientemente fundada, situada sobre el Bermejo cerca de la confluencia con el Río Teuco. Allí pudo entrevistar a su fundador, Francisco Gabino Arias y a su pedido, adoctrinó a los aborígenes. Luego, el día 26 de Enero, asistió a la bendición de la Iglesia de la otra Reducción situada más abajo del río denominada: Nuestra Señora de los Dolores y Santiago de la Cangayé, pronunciando el sermón de circunstancia.
El día 9 de febrero Morillo reinició la navegación del Bermejo rumbo a su desembocadura en el Río Paraguay. En esta oportunidad lo acompañaban el Coronel Arias y varios caciques. Siete días después arribaba a la boca del Bermejo y de allí tomó rumbo a la ciudad de Corrientes, donde llegó el día 22. Lo esperaba una gran recepción de autoridades y vecinos, y un solemne "Te Deum" en la iglesia Matriz de la ciudad, como muestra del beneplácito que causaba esta verdadera proeza.
De este modo, Fray Francisco Morillo fue el primero en demostrar la navegabilidad del Río Bermejo por embarcaciones de poco calado, y al mismo tiempo marcar el rumbo a otras expediciones que le seguirían. El viejo sueño de los conquistadores de unir la Gobernación del Tucumán con el Litoral mediante una ruta fluvial estaba cumplido. Pero también demostró esta empresa la viabilidad de tratar de un modo pacífico con las tribus que poblaban las riberas del Bermejo e intentar su evangelización. La empresa exitosa de Morillo tendría repercusiones, no sólo durante el período final de la dominación española en el Río de la Plata y Tucumán, sino también durante el Siglo XIX , ya en la época independiente.
La empresa comercial de Fernández Cornejo.
Adrián Fernández Cornejo buscó reivindicarse de su fracaso anterior e intentó, con el aliento dado por el Virrey del Río de la Plata Nicolás de Arredondo, concluir con éxito una nueva navegación del Río Bermejo. Esta vez fue más previsor, mandó construir las embarcaciones que utilizaría en su empresa, acopió suficiente cantidad de víveres en la ciudad de Salta y contrató allí mismo al personal idóneo y a 26 soldados que le acompañarían en la expedición. Iban con él sus hijos Juan José y Antonio, los doctores Lorenzo Villafañe y Lorenzo Doncel de Villena, y el intérprete Juan José de Acevedo.
A diferencia de la expedición de Morillo, su objetivo no fue solamente la exploración y comprobar la navegación del Bermejo, sino inaugurar un comercio regular por vía fluvial con las ciudades de Corrientes, Santa Fe y Buenos Aires. A esto unía un plan de colonización del Chaco con la fundación de una cadena de fuertes sobre el río, la evangelización de los aborígenes mediante nuevas reducciones, y la explotación de las ricas maderas ribereñas para la construcción de navíos. Cornejo proyectaba además abrir mercados para la yerba del Paraguay en las provincia del Tucumán y traer la plata altoperuana para ser comercializada en el Litoral. Este proyecto era consistente con el propósito virreinal de incorporar efectivamente estas tierras al dominio del Rey de España.
Cornejo inició su expedición desde las Juntas del Rio de Centa con el Bermejo el 27 de Junio de 1790. En esta primera parte de la navegación tuvo que afrontar numerosas dificultades por la caídas que presentaban su curso, los numerosos raigones y peñascos que obstaculizaban su marcha y por la pérdida de una de las embarcaciones con muchos víveres. Sin embargo pudo tomar contacto con numerosas tribus e intercambiar tabaco por carneros, pescados y vasijas, especialmente con los mataguayos y los malbaláes, quienes ya habían hechos las paces con la anterior expedición reduccional de Gabino Arias. Con otras tribus más guerreras tuvo que librar cruentos combates con su saldo de muertos y heridos por ambas partes.
El día 5 de Agosto arribó a la Reducción de La Cangayé, previo paso por la Reducción de San Bernardo el Vértiz, las cuales habían sido fundadas por Gabino Arias. Allí se encontró con el Padre Lorenzo Suárez de Cantillana, de muy avanzada edad, que cumplía una esforzada labor de evangelización entre los aborígenes del Chaco. Después de celebrar una misa en la capilla de la Reducción, continuó su navegación acompañado de de un cacique toba y otro mocoví, como guías y para evitar nuevos enfrentamientos en el viaje. Otra alternativa del viaje que quedó reflejado en el Diario de la Expedición, fue que al pasar por una senda que se internaba en la espesura, supo por boca de uno de los caciques, que era el camino que llevaba a una gran laguna junto a la cual se encontraban las ruinas de la antigua ciudad de Concepción del Bermejo destruida por los aborígenes. Finalmente el día 20 de agosto arribaron a la desembocadura del Bermejo en el Río Paraguay, cumpliendo así con su objetivo principal.
A pesar del éxito de la empresa, Cornejo no pudo ver cristalizados sus ambiciosos proyectos, pues el Gobierno Virreinal no supo evaluar las ventajas que podrían resultar de la apertura de la vía fluvial del Bermejo. El Virrey Arredondo, si bien consultó con los Tenientes de Gobernador de las ciudades de Asunción, Santa Fe y Salta, no avanzó con medidas concretas para adelantar los fuertes sobre dicho río. Tampoco pudo Cornejo disfrutar de celebridad alguna ni reconocimiento oficial, a pesar de la importancia de su navegación. El Diario de la expedición con sus valiosos datos, fue entregado al Auditor de Guerra, quien no tuvo otra idea que enviarlo al archivo. Como dice el historiador y documentalista Pedro de Ángelis: "...sin honrar siquiera con una expresión benévola el mérito del que había demostrado la posibilidad de navegar el Bermejo".
BIBLIOGRAFÍA:
ALTAMIRANO, M., SBARDELLA, C. Y DELLAMEA DE PRIETO, A. Historia del Chaco. 2a. Edic. Resistencia, Cosmos, 1994.
ARENALES, Jose I. Noticias históricas y descriptivas sobre el gran país del Chaco y Río Bermejo. Buenos Aires, 1833.
DE ÁNGELIS, Pedro. Colección de Obras y Documentos, T. VI. Buenos Aires, Plus Ultra, 1970.
LEONI, Carlos U. El Río Pilcomayo. La contaminación y otros problemas. Resistencia, Subsecretaría de Cultura de la Provincia del Chaco, 2001.
MAEDER, Ernesto J. Historia del Chaco, 2a. Edic., Resistencia, Contexto, 2006.
Adrián Fernández Cornejo buscó reivindicarse de su fracaso anterior e intentó, con el aliento dado por el Virrey del Río de la Plata Nicolás de Arredondo, concluir con éxito una nueva navegación del Río Bermejo. Esta vez fue más previsor, mandó construir las embarcaciones que utilizaría en su empresa, acopió suficiente cantidad de víveres en la ciudad de Salta y contrató allí mismo al personal idóneo y a 26 soldados que le acompañarían en la expedición. Iban con él sus hijos Juan José y Antonio, los doctores Lorenzo Villafañe y Lorenzo Doncel de Villena, y el intérprete Juan José de Acevedo.
A diferencia de la expedición de Morillo, su objetivo no fue solamente la exploración y comprobar la navegación del Bermejo, sino inaugurar un comercio regular por vía fluvial con las ciudades de Corrientes, Santa Fe y Buenos Aires. A esto unía un plan de colonización del Chaco con la fundación de una cadena de fuertes sobre el río, la evangelización de los aborígenes mediante nuevas reducciones, y la explotación de las ricas maderas ribereñas para la construcción de navíos. Cornejo proyectaba además abrir mercados para la yerba del Paraguay en las provincia del Tucumán y traer la plata altoperuana para ser comercializada en el Litoral. Este proyecto era consistente con el propósito virreinal de incorporar efectivamente estas tierras al dominio del Rey de España.
Cornejo inició su expedición desde las Juntas del Rio de Centa con el Bermejo el 27 de Junio de 1790. En esta primera parte de la navegación tuvo que afrontar numerosas dificultades por la caídas que presentaban su curso, los numerosos raigones y peñascos que obstaculizaban su marcha y por la pérdida de una de las embarcaciones con muchos víveres. Sin embargo pudo tomar contacto con numerosas tribus e intercambiar tabaco por carneros, pescados y vasijas, especialmente con los mataguayos y los malbaláes, quienes ya habían hechos las paces con la anterior expedición reduccional de Gabino Arias. Con otras tribus más guerreras tuvo que librar cruentos combates con su saldo de muertos y heridos por ambas partes.
El Río Bermejo a su paso por la llanura chaqueña |
El día 5 de Agosto arribó a la Reducción de La Cangayé, previo paso por la Reducción de San Bernardo el Vértiz, las cuales habían sido fundadas por Gabino Arias. Allí se encontró con el Padre Lorenzo Suárez de Cantillana, de muy avanzada edad, que cumplía una esforzada labor de evangelización entre los aborígenes del Chaco. Después de celebrar una misa en la capilla de la Reducción, continuó su navegación acompañado de de un cacique toba y otro mocoví, como guías y para evitar nuevos enfrentamientos en el viaje. Otra alternativa del viaje que quedó reflejado en el Diario de la Expedición, fue que al pasar por una senda que se internaba en la espesura, supo por boca de uno de los caciques, que era el camino que llevaba a una gran laguna junto a la cual se encontraban las ruinas de la antigua ciudad de Concepción del Bermejo destruida por los aborígenes. Finalmente el día 20 de agosto arribaron a la desembocadura del Bermejo en el Río Paraguay, cumpliendo así con su objetivo principal.
A pesar del éxito de la empresa, Cornejo no pudo ver cristalizados sus ambiciosos proyectos, pues el Gobierno Virreinal no supo evaluar las ventajas que podrían resultar de la apertura de la vía fluvial del Bermejo. El Virrey Arredondo, si bien consultó con los Tenientes de Gobernador de las ciudades de Asunción, Santa Fe y Salta, no avanzó con medidas concretas para adelantar los fuertes sobre dicho río. Tampoco pudo Cornejo disfrutar de celebridad alguna ni reconocimiento oficial, a pesar de la importancia de su navegación. El Diario de la expedición con sus valiosos datos, fue entregado al Auditor de Guerra, quien no tuvo otra idea que enviarlo al archivo. Como dice el historiador y documentalista Pedro de Ángelis: "...sin honrar siquiera con una expresión benévola el mérito del que había demostrado la posibilidad de navegar el Bermejo".
BIBLIOGRAFÍA:
ALTAMIRANO, M., SBARDELLA, C. Y DELLAMEA DE PRIETO, A. Historia del Chaco. 2a. Edic. Resistencia, Cosmos, 1994.
ARENALES, Jose I. Noticias históricas y descriptivas sobre el gran país del Chaco y Río Bermejo. Buenos Aires, 1833.
DE ÁNGELIS, Pedro. Colección de Obras y Documentos, T. VI. Buenos Aires, Plus Ultra, 1970.
LEONI, Carlos U. El Río Pilcomayo. La contaminación y otros problemas. Resistencia, Subsecretaría de Cultura de la Provincia del Chaco, 2001.
MAEDER, Ernesto J. Historia del Chaco, 2a. Edic., Resistencia, Contexto, 2006.
________________________