miércoles, 24 de junio de 2020

NIÑEZ Y JUVENTUD DE MANUEL BELGRANO - Dr Marcos Altamirano

A 250 años de su nacimiento. Escribe: Marcos Altamirano (*)


El hogar de los Belgrano.

       Manuel Belgrano nació el 3 de Junio de 1770 en el hogar del inmigrante y comerciante italiano Domingo Belgrano Peri y de la criolla María Josefa González Casero, en la ciudad de Buenos Aires que pocos años después sería la capital del Virreinato del Río de la Plata.( Por este motivo, esta fecha fue instituida como El Día del Inmigrante Italiano por Ley Nacional 24.561 del 20 de Septiembre de 1995). Fue el cuarto hijo de una prolífica familia de trece vástagos, ocho varones y cinco mujeres, de los cuales dos murieron casi al nacer. Su padre era natural de Oneglia en La Liguria (Italia),  miembro de una antigua familia ennoblecida por hechos memorables de esa provincia que le permitían ostentar escudo heráldico y una educación esmerada. Estos atributos le permitieron insertarse y prosperar económicamente en una sociedad que ya comenzaba a ser una importante plaza comercial de esta parte de Sudamérica. Su madre pertenecía a una prestigiosa familia porteña, cuyos antepasados coloniales se radicaron en Santiago del Estero en el Siglo XVII, provenientes de España.
   
Ambos padres supieron brindar a su numerosa prole el ejemplo de su sólida constitución familiar, del trabajo honrado y de fe religiosa. Además proporcionaron a sus hijos la mejor educación que podía esperarse en aquella época en Buenos Aires. El padre de Manuel prestó señalados servicios militares y civiles a la corona, y estuvo entre los comerciantes que gestionaron la instalación del Consulado de Comercio para Buenos Aires. No imaginó Domingo Belgrano que muchos años después su hijo se destacaría como primer Secretario de la Institución. El ejemplo paterno y materno fue la primera escuela de virtudes morales y cívicas que habrían de acompañarlo en toda su carrera política y militar al servicio de su Patria.

Gral. Manuel Belgrano, nacido el 3 de Junio de 1770 y muerto el 20 de Junio de 1820

Sus hermanos.

    Casi todos sus hermanos varones participaron en el proceso revolucionario de Mayo, en funciones militares y eclesiásticas. Su hermano Domingo Estanislao abrazó el sacerdocio y fue canónigo de la Catedral de Buenos Aires. Hombre de gran ilustración, donó su biblioteca particular a la Biblioteca Pública de Buenos Aires.  Al morir Manuel en 1820 se hizo cargo de la educación de su hija  Mónica Manuela. Otro hermano, Miguel, fue un poeta de la Revolución y posteriormente designado Rector del Colegio de Ciencias Morales de Buenos Aires. Sus cinco hermanas dieron origen a familias de sólida constitución y una de ellas –María Josefa- , casada en España con un personaje vinculado a la nobleza y a la Corte en Madrid, posibilitó al joven Manuel la realización de sus estudios universitarios en la Península.

Sus primeros estudios.

    El niño Manuel cursó sus estudios de primeras letras en el Convento de la Orden de Santo Domingo en Buenos Aires, probablemente entre a778 y 1783. La familia Belgrano estaba estrechamente ligada a esta institución que era una de las pocas que poseía escuela elemental. Su maestro fue Fray José Zamborain, sacerdote virtuoso y meritorio que por más de veinte años se consagró a formar a la niñez. Esta primera educación y la personalidad de su maestro, dejaron en Belgrano huellas imborrables. A ella se debió la religiosidad que demostró toda su vida, su sentido de la pobreza, su desprendimiento y su desprecio por la ostentación,  por el lujo y por los honores. En estas escuelas se impartía enseñanza elemental, lectura, escritura y doctrina cristiana. Los alumnos terminaban sus estudios sabiendo leer y escribir correctamente. Como expresa el historiador Ovidio  Giménez: “Allí, en aquellos amplios patios del convento, bajo la atenta mirada de los padres dominicos habría transcurrido la primera infancia de Belgrano”. Y agrega que desde su niñez Manuel demostró cualidades no muy comunes en la mayoría de los niños de esa edad, despertando el interés de sus maestros.

Sus estudios secundarios.

      Desde los 14 años el joven Manuel asistió al Real Colegio de San Carlos o Real Convictorio Carolino de Buenos Aires. Era la institución más importante del Virreinato de nivel medio o como se llamaba entonces, de “estudios preparatorios” para la Universidad. Había sido fundado por el Virrey Vértiz en 1773 sobre la base del antiguo Colegio de San Ignacio de los jesuitas, y preparaba a los alumnos para los estudios superiores incluido el sacerdocio. Se cursaba Gramática Latina, Filosofía, Teología, Retórica y Metafísica. Era un plan de estudios de dos años y medio similar al plan de las escuelas españolas de entonces.
       El joven Belgrano asistió a este colegio desde 1784 y egresó de él en 1786. El profesor que lo acompañó todo el tiempo que estuvo en el Colegio de San Carlos fue el Presbítero Luis José Chorrarín, doctorado en Teología en la Universidad de Córdoba y uno de los mejores profesores de aquel instituto. Este sacerdote fue un formador de juventudes y un verdadero maestro de la generación de Mayo, pues gran parte de los dirigentes de ese movimiento fueron sus alumnos. Él mismo fue un revolucionario de la primera hora y fue el organizador y Director de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, fundada por la Primera Junta de Gobierno. Fue autor de la propuesta de incorporar el Sol incaico a nuestra bandera en 1818, completando así la obra de su ilustre discípulo..
     El 19 de Mayo de 1786 Manuel Belgrano completó sus estudios con el correspondiente examen ante un tribunal presidido por Juan Baltazar Maziel, uno de los más notables filósofos de la época en el Río de la Plata. Demostró –según sus examinadores- “Contracción al estudio, buen juicio y fuerte personalidad para asumir responsabilidades”. Tenía entonces sólo 16 años, y se abría para él el camino de los estudios universitarios en España, donde completaría su formación intelectual, para ocupar el alto y difícil puesto que el destino le tenía asignado para servir a la liberación de su Patria.

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Convento de Santo Domingo en Buenos Aires y Mausoleo de Manuel Belgrano que guardan sus restos, en el atrio del mismo.
(*) El autor es Miembro del Instituto Belgraniano del Chaco.y de la Junta de Estudios Históricos del Chaco.

MANUEL BELGRANO Y LA EDUCACIÓN PÚBLICA - Con video

Escribe: MARCOS ALTAMIRANO (x) 

Uno de los aspectos sobresalientes de la obra revolucionaria desarrollada por Belgrano, aparte de su contribución eficaz en el campo militar y político, y como creador de nuestra enseña nacional, fue su incansable lucha a favor de la educación y sus iniciativas concretadas mediante diversas creaciones antes y después de la Revolución de Mayo.
Como Secretario del Consulado de Comercio expuso en las Memorias elevadas a las autoridades de esa institución virreinal, las ventajas que se obtendrían si se diera a la ilustración del pueblo la atención que el tema merece. Belgrano sostuvo enérgica e insistentemente que sin este requisito fundamental jamás tendríamos un país próspero en el campo del comercio, la industria y la actividad agrícola. Su pensamiento estaba en la línea de los pensadores españoles de esa época cuyas ideas había podido conocer mientras estuvo en Europa, como Campomanes y Jovellanos entre otros.

La enseñanza de las primeras letras

     Pero fundamentalmente su preocupación se orientaba hacia la educación del pueblo y al respecto sostuvo en una de sus Memorias al Consulado que había que crear escuelas gratuitas donde las familias humildes pudieran mandar a sus hijos sin tener que pagar nada por ello, y agregaba: “se les podrían dictar buenas máximas e inspirarles amor al trabajo, pues en el pueblo donde reina la ociosidad desde el comercio toma su lugar la miseria.” Belgrano comprendió cabalmente que la  educación constituye un instrumento imprescindible para el desarrollo económico y social y para la promoción de los sectores más postergados de la sociedad. Por ello recomendaba desde el periódico Correo de Comercio que fundó para difundir estos principios: “Pónganse escuelas de primeras letras costeadas por de los propios arbitrios de las ciudades y villas, en todas las parroquias de sus respectivas jurisdicciones, y muy particularmente en la campaña (…) Obliguen los jueces a los padres que manden sus hijos a la escuela por todos los medios que la prudencia es capaz de dictar.” Y en aquellos casos en que los padres no lo pudieran hacer, debía el Cabildo de cada ciudad tomar a su cargo el envío de los niños a las escuelas hasta completar su educación. Vemos aquí que Belgrano no sólo fue el primero en el país en bregar por la educación gratuita y obligatoria, sino en sostener la necesidad de la acción subsidiaria del Estado cuando las familias no pudieran cumplir con esa obligación.

La educación de la mujer.

      La preocupación de Belgrano por la enseñanza se extendió al fomento de la educación de la mujer, la enseñanza de los oficios y la educación para el comercio y la agricultura. Observando el abandono en que estaba la enseñanza destinada a las niñas se preguntaba: “¿Cómo formar las buenas costumbres y generalizarlas con uniformidad? Y agregaba: ”La naturaleza nos anuncia una mujer; muy pronto va a ser madre, y presentarnos conciudadanos en quienes debe inspirar las primeras ideas, y ¿qué ha de enseñarles si a ella nada le han enseñado?” Para remediar esta falta, propuso la creación de escuelas gratuitas para niñas, donde además de los principios de la doctrina cristiana se le enseñase a leer, escribir, coser, bordar, etc. Y se les inspirase el amor al trabajo “para separarlas de la ociosidad, tan perjudicial, o más en la mujer que en el hombre.” Consideraba el prócer que mediante la educación de la mujer no sólo se lograba su dignificación alejándola del vicio sino que también se mejorarían las costumbres a través del importante papel que las madres tenían en la formación de sus hijos y en la consolidación de la familia.

Escuelas de Comercio y de Agricultura.

     Consideraba Belgrano que la ciencia del comercio “no se reduce a comprar por diez y vender por veinte” y que sus principios son tan amplios que debían ser conocidos adecuadamente por aquellos que se dedicasen a esa actividad. Por ello y para formar el personal que tuviese a su cargo llevar adelante las transacciones, propuso la creación de escuelas de comercio donde los jóvenes aprendiesen los secretos de las matemáticas, de las operaciones contables, de las reglas de la navegación mercantil, del seguro, de la geografía económica, etc.
     Del mismo modo consideraba a la agricultura, otorgando a esta actividad una importancia fundamental en el desarrollo del país y lamentando el abandono de que la hacía objeto. Señalaba que por no mirarse a la agricultura “como un arte que tenga necesidad de estudio, de reflexiones o de reglas” los campos no eran productivos y por consiguiente los labradores se debatían en la pobreza y el atraso. Consideraba que una forma de subsanar esta situación era establecer escuelas de agricultura donde a los jóvenes labradores se les hiciese conocer “los principios generales de la vegetación y desenvoltura de las siembras”, a distinguir las especies de terrenos y el cultivo conveniente a cada uno, los abonos y el tiempo y razón para aplicarlos, el cuidado de los cultivos, el modo de recoger las cosechas, etc., etc.

Sus principales realizaciones educativas.

    Para poner en práctica estos principios Belgrano impulsó la creación de varias instituciones de enseñanza que fueron una verdadera avanzada para las concepciones educativas de su época. La primera fue la Escuela de Náutica para la formación de pilotos de naves mercantes y para fomentar el estudio de la ciencia náutica, brindando al mismo tiempo una carrera lucrativa para los jóvenes. Esta institución fue inaugurada el 25 de octubre de 1799 y Belgrano fue el autor de sus estatutos.
   Otra de las creaciones educativas del prócer fue la Escuela de Dibujo. Para comprender mejor la importancia que este estudio tenía para toda profesión y oficio, debemos recordar que en aquella época se carecía de los beneficios de la fotografía, así que todo conocimiento y enseñanza sólo podía ser ilustrado por el dibujo. Así lo manifestó Belgrano en una de sus memorias al Consulado, detallando cuál era la aplicación de este arte a cada una de las profesiones, desde el artesano hasta el filósofo. Esta escuela con el auspicio de Belgrano fue creada por el Consulado e inaugurada el 29 de Mayo de 1799. 
Tanto la Academia de Náutica como la Escuela de Dibujo no tuvieron continuidad por cuanto los funcionarios de la Corona Española encargados de dar su autorización ordenaron su cierre por “que más bien servían para adorno y lujo que no para su ilustración”. De este modo la burocracia peninsular desautorizaba una iniciativa que anticipaba revolucionariamente las concepciones educativas que recién se impondrían en nuestro país en las últimas décadas del siglo XIX.
     A estas creaciones debemos agregar la Escuela Militar de Matemáticas creada por la Primera Junta por iniciativa del Vocal Manuel Belgrano y puesta bajo su protección, inaugurada el 12 de septiembre de 1810.
Hemos señalado sólo algunas de las numerosas iniciativas y acciones de Belgrano en el campo de la educación, pero que son suficientes para mostrar con qué clarividencia su pensamiento se anticipó a su época y con qué justicia merece que lo consideremos el precursor y primer realizador de la educación pública en nuestro país.
                                                                               
(x) El autor es Miembro del Instituto Belgraniano del Chaco y de la Junta de Estudios Históricos del Chaco.