sábado, 2 de junio de 2018

EL IMPENETRABLE EN LA HISTORIA Y EN LA LEYENDA



Por: Marcos A. Altamirano
Conferencia inaugural del II Congreso de Historia del Chaco. J. J. Castelli.
22/5/2018

Introducción.
    La subregión de El Impenetrable chaqueño, extensa superficie boscosa de unos 35 a 40 mil kilómetros cuadrados, ha ganado en los últimos años un espacio importante en los medios periodísticos nacionales e internacionales. Se ha destacado su riqueza fitogeográfica y faunística, y su potencialidad como recurso turístico a partir del Parque Nacional “El Impenetrable” en la zona del interfluvio de los ríos Teuco y Bermejito. Esto es muy positivo y hay que destacarlo, pero esta publicidad y este conocimiento del gran público sobre una región que había permanecido casi al margen de las políticas públicas, tiene una falencia que debo señalar porque nos atañe directamente como estudiosos de nuestra historia.
Mapa jesuítico del Siglo XVIII donde se ubica
a  la región del Chaco.
     Me refiero a la ausencia de referencias históricas en esta promoción, como si esta región hubiera estado en el pasado ajena al devenir histórico en el proceso de  conquista y poblamiento del territorio chaqueño. Me pareció importante inaugurar este Congreso que se realiza en las puertas del Impenetrable, en esta hermosa y progresista ciudad de Juan José Castelli, destacando este hecho para convocarlos a todos a ustedes a fijar su atención en esta subregión de nuestro Chaco.
     Contrariamente a lo arriba señalado, El Impenetrable fue durante siglos el teatro de innumerables acontecimientos muy relevantes de los cuales han quedado testimonios documentales y arqueológicos que permanentemente convoca a los historiadores a su estudio e investigación.

El nombre del Chaco.
     Sabemos que nuestra región fue poblada por pueblos originarios pertenecientes a diversos grupos raciales, hace miles de años. Tanto desde la región andina como de la región amazónica y del sur pampeano, confluyeron a la región chaqueña pueblos de distintos tipos raciales. Entre ellos ocuparon nuestra región procedente del sur, los pámpidos o patagónidos, de recia contextura física y con una economía de grandes cazadores y guerreros. A esta corriente migratoria pertenecían los pueblos de la gran familia lingüística y étnica Guaycurú, integrada por Tobas, Mocovíes, Abipones, Pilagáes, Mbayaes y Payaguáes. Los representantes de este grupo linguístico son nuestros hermanos qom y moqoit o mocobí que habitan el territorio provincial. También penetraron al Chaco pueblos de origen amazónido, representados hoy el pueblo wichí, en su gran mayoría habitante de El Impenetrable.
    Esto explica la gran variedad de pueblos y etnias que encontraron los conquistadores españoles cuando penetraron en la región chaqueña desde las ciudades fundadas en la Provincia del Tucumán, desde el Oeste, y desde la ciudad de Asunción desde el Este. Esta diversidad originó la enorme cantidad de denominaciones aplicadas a los pueblos con los cuales entraron en contacto.


Arcabucero español del Siglo
XVI que integró la expediciones
conquistadoras en América.
    Los encomenderos ubicados en las cercanías de la ciudad de Jujuy, a fines del siglo XVI informaban que una parte de los aborígenes bajo su mando acudían periódicamente a una región boscosa situada al Este a la que denominaban “chacu”,  nombre de origen quichua de un sistema de cacería heredado de los pueblos que habían estado antaño bajo el dominio incaico. Estas jornadas de caza y de grandes fiestas convocaban a numerosas parcialidades indígenas que acudían desde los lugares más remotos de esa región boscosa. Por ello, varios cronistas como Pedro Lozano, Joaquín Camaño y José Jolís, señalaron que el nombre “Chaco”, con que se designaba a una región situada en el Alto Bermejo, significaba “Junta de Naciones”. Los conquistadores españoles del Tucumán, a medida que avanzaban en sus exploraciones y por desconocimiento de los límites exactos que abarcaba tal denominación, comenzaron a designar con ese nombre a una región cada vez más amplia y extensa, a falta de otro topónimo. Así el nombre “Chaco” o “Gran Chaco” comenzó a designar a toda una vasta región bañada por los ríos Bermejo y Pilcomayo. Ese es el nombre con que aparece en los mapas de los siglos XVII y XVIII, a la que se acompañó el topónimo “Gualamba”, nombre de misteriosa significación, pero que el antropólogo Antonio Serrano atribuye a un gentilicio del idioma lule-tonocoté, aplicado a un pueblo indígena situado junto al Alto Bermejo denominado en los documentos del siglo XVI los: “Chacogualambas”, con el significado de “gente del Chaco”. De este modo, el Impenetrable que originariamente abarcó una región muy extensa y que en algunos mapas del siglo XVIII aparece con el nombre de “Bosques Impenetrables”, se integró a una denominación genérica que abarcó un territorio inmenso que actualmente está repartido entre Argentina, Paraguay y Bolivia. Territorio que sirvió de refugio a numerosas naciones indígenas a medida que avanzaba la conquista, y desde donde –abroquelados en la profundidad de sus montes- resistieron durante más de tres siglos a la penetración y el dominio del hombre blanco.

La primera ciudad chaqueña.
Representación de la entrada de Alonso de Vera
al territorio chaqueño para fundar Concepción del
Bermejo.
    El asentamiento de los conquistadores hispano-criollos en el interior del Chaco se inició cuando el 14 de abril de 1585 Alonso de Vera fundó al sur del Río Bermejo y a unas 30 leguas de su desembocadura en el Río Paraguay, la ciudad de Concepción de Nuestra Señora o Concepción de la Buena Esperanza o Concepción del Bermejo. Llevó a cabo esta fundación acompañado de 135 arcabuceros, y una numerosa tropa de ganado vacuno y caballar que partió de Asunción a mediados de Marzo. Con estos recursos debió enfrentar a la dura oposición de las tribus guaycurúes que le salieron al cruce y lo obligaron a librar tres reñidos combates antes de llegar al sitio elegido para fundar a la ciudad.


     No era la primera vez que los conquistadores de Asunción del Paraguay se lanzaban a la exploración y conquista del Chaco en busca de la Sierra de la Plata. Pero las enormes dificultades que planteaba la empresa de llegar al territorio de los Charcas en el Alto Perú, les hizo comprender que era necesario conquistar y ocupar la región chaqueña para abrir un camino hacia las ciudades del Tucumán y de allí facilitar el tránsito hacia el Perú de personas y mercaderías.
Retrato de Hernando Arias de Saavedra
(Hernandarias), Primer Alcalde de Concepción
del Bermejo.
     La posición de la ciudad de Concepción del Bermejo en el corazón del Chaco y muy próxima al Río Bermejo era para esa época inmejorable. Significaba un punto de enlace entre el Litoral y la Provincia del Tucumán. Los caminos que unían a Asunción con las ciudades de Santiago del Estero, Salta y Jujuy atravesaban la subregión que hoy conocemos con el nombre de El Impenetrable, que era entonces mucho más extensa que actualmente y abarcaba casi toda la región boscosa del Chaco. En la cartografía de la época aparece en algunos casos indicada la leyenda: “Bosques impenetrables”, lo que al ser repetido por los expedicionarios en sus informes terminó designando a una zona más restringida de la región chaqueña.
    Pero la fundación de esta ciudad originó un largo pleito por la posesión del territorio chaqueño entre los conquistadores del Tucumán y del Paraguay. Mientras se resolvía el litigio la Corona resolvió que provisoriamente permaneciese bajo la jurisdicción de Asunción para asegurar su subsistencia. Esto le permitió a Concepción progresar económicamente con la producción de maíz, algodón, lienzos, cera y cáñamo, y con una población de 100 vecinos y más de 1.000 aborígenes encomendados en las encomiendas de Matará, Guácara, Matalá y Hohomas. De estas encomiendas, Guácara había sido fundada en 1584 (cuya ruinas se encuentran en Pampa Tolosa, cerca de Tres Isletas) por vecinos de la ciudad de Esteco, y era uno de los fundamentos del reclamo de los conquistadores del Tucumán.
Vasija hispano-indígena encontrada en las
Ruinas del Km. 75 
     Sin embargo la resistencia aborigen permaneció muy intensa y en varias ocasiones en esos años las tribus guerreras intentaron destruir la ciudad y expulsar a sus habitantes, aunque se estrellaron con la tenaz defensa de sus habitantes. En 1617 el Rey Felipe III resolvió el pleito por el Chaco de manera salomónica. No otorgó a ninguna de las dos partes la posesión de la ciudad, sino que por una Real Cédula dividió a la Gobernación del Río de la Plata en dos: la Gobernación del Paraguay con capital en Asunción y la Gobernación del Río de la Plata con capital en Buenos Aires, adjudicando a esta última gobernación la ciudad de Concepción del Bermejo. Con su capital a más de mil kilómetros, no tardó esta ciudad en sufrir los efectos del aislamiento y el proceso de su decadencia.

Excavación en las Ruinas del Km. 75 por
la Facultad de Humanidades de la UNNE
     Otro factor se sumó al anterior para producir su rápida caída: la publicación en 1612 de las célebres Ordenanzas de Alfaro que prohibían el sistema de encomiendas y el servicio personal de los aborígenes. Esto fue fatal para Concepción que dependía para su subsistencia y comercio, del trabajo de sus encomiendas. No tardaron los aborígenes de la zona de advertir esta debilidad y después de una serie de levantamientos, lograron destruir en 1631 la encomienda de Matará, obligando a los vecinos de Concepción a abandonar la ciudad en 1632 y a refugiarse en Corrientes.

La Paz de La Cangayé.
  Otras ciudades fundadas por conquistadores de la Provincia del Túcumán en la frontera del Chaco con esta provincia fueron Talavera de Esteco, fundada y trasladada dos veces entre 1567 y 1592, y Santiago de Guadalcázar sobre el Alto Bermejo al Norte de Jujuy en 1626. Ambas ciudades fronterizas con el Chaco sufrieron la misma suerte que Concepción del Bermejo.
Aborígenes Abipones que en alianza con otras tribus
produjeron el abandono de Concepción del Bermejo.
   A partir de allí el Chaco fue un territorio inconquistado por los españoles. Las tribus guerreras de la región hicieron frente a las numerosas expediciones que partieron desde la frontera del Tucumán y desde las ciudades del litoral con fines de conquista y castigo, en la mayoría de los casos sin éxito. Los aborígenes, que habían adoptado el caballo como una formidable arma de guerra después del despoblamiento de Concepción, tenían los montes impenetrables como escondrijo seguro y empleaban tácticas de combate desconocidas por los tercios hispano-criollos, que volvían a sus ciudades de origen totalmente agotados y desmoralizados, cuando no derrotados. Sólo armados con su abnegación y espíritu apostólico, los misioneros de distintas órdenes religiosas lograron internarse en el territorio, tomar contacto con los aborígenes y penetrar en sus dominios, pero en muchos casos con el sacrificio de sus vidas. Este período de cruentas guerras y de continuo asedio a las ciudades fronterizas se prolongó desde mediados del siglo XVII hasta fines del siglo XVIII. Y en este largo período, la zona más inaccesible para la penetración del hombre blanco fue la que hoy conocemos con el nombre de El Impenetrable, pese a los repetidos intentos de penetrar en su interior por parte de los tercios y las milicias hispánicas. A mi juicio, es en esta etapa en que el nombre de esta subregión del Chaco se consolidó para la posteridad. No sólo por la espesura de sus montes y la casi total ausencia de agua, sino también por la imposibilidad internarse en la región y de doblegar la resistencia de sus habitantes.

Jerónimo Matorras, Gobernador del Tucumán
que organizó la Expedición Pacificadora al
interior del Chaco.
     Fue el Gobernador del Tucumán, Jerónimo Matorras quien en la segunda mitad del Siglo XVIII comprendió la necesidad de llegar a un acuerdo pacífico con las tribus del Chaco y con sus caudillos indígenas. En el año 1774 organizó una numerosa y bien equipada expedición “pacificadora” al interior del Gran Chaco Gualamba con la finalidad de concertar tratados con las tribus del interior del territorio, en especial con el célebre cacique mocobí “Paykin”, caudillo que reunía en torno a su jefatura a numerosos caciques menores y a unos 7.000 aborígenes.
     Entre los objetivos de esta empresa estaban: el sometimiento pacífico de las tribus, la apertura de un camino a través del Chaco en dirección al Litoral, la fundación de reducciones para la acción evangelizadora y llevar la tranquilidad a las ciudades fronterizas. El encuentro de Matorras y Paykin se produjo el 20 de Julio de 1744 en el paraje La Cangayé ( laguna traga-gente) lugar estratégico y legendario situado en el centro del Gran Chaco Gualamba y punto de reunión de numerosas tribus. A este lugar, que se encuentra en las proximidades del Río Bermejito y cerca de la confluencia con el Teuco, lo tuvieron como objetivo numerosas expediciones hispánicas, pero ninguna logró posesionarse del paraje.
       Matorras reconoció como “Perpetuo Cacique” de las tribus del Chaco al cacique Paykin con el título de Primer Caporal del Chaco, entregándole además un bastón de mando finamente labrado y con puño de oro como símbolo de su poder. En el tratado de paz que se celebró el día 29 de Julio se reconocía el señorío de las naciones aborígenes sobre los territorios que ocupaban, por haber sido de sus antepasados y por ser su ámbito natural, fuentes de recursos alimenticios y de abrigo. Se reconoció a los aborígenes su condición de seres libres, no sujetos a esclavitud ni a encomienda, y el derecho a pedir la fundación de reduciones en los lugares que elijan y de pedir curas doctrineros. A cambio se comprometían a reconocer la soberanía del Monarca de España y a las autoridades españolas.
"La Paz Matorras-Paykin" cuadro del pintor salteño
Tomás Cabrera (1775)
     Este tratado conocido como “La Paz de La Cangayé” fue uno de los acontecimientos más importantes de la historia del Chaco en el siglo XVIII, por la personalidad de sus protagonistas, por las repercusiones que tuvo en las ciudades colindantes con el Chaco y por ser el punto de partida de una política de colonización que mereció la especial atención del monarca Carlos III de España, reflejada en una importante Real Cédula de 1777. Fue tal su repercusión que las ciudades fronterizas incluyeron en sus actas capitulares el texto del tratado, y dio origen al primer cuadro histórico de la Argentina pintado por el artista salteño Tomás Cabrera, que buscó reflejar con minuciosidad el lugar, los protagonistas y la grandiosidad del escenario donde este hecho tuvo lugar. Esta obra se encuentra en el Museo Histórico Nacional y fue reproducido por José León Pagano en su libro: El Arte de los Argentinos.

Mapa del navegante Emilio Castro Boedo de 1872
donde señala la ubicación de la Laguna de las Perlas.
La Leyenda de la Laguna de las Perlas.
    Desde el siglo XVI se creía firmemente entre los conquistadores españoles en la existencia de una misteriosa laguna en cuyo fondo crecía una ostra que producía finísimas perlas. Esta laguna se encontraba situada al sur del Río Bermejo en un lugar no muy preciso pero cerca de donde se fundó Concepción del Bermejo. Quien popularizó esta leyenda fue el sacerdote Martín del Barco Centenera, quien a fines del Siglo XVI escribió su famoso poema: “Argentina y la conquista del Río de la Plata”, del cual tomó el nombre nuestro país. Esta leyenda fue ratificada por historiadores posteriores, como Ruy Díaz de Guzmán y el jesuita Pedro Lozano, aunque negada por otros cronistas como José Jolís y Martín Dobrizhoffer. De todos modos tuvo amplia repercusión y su localización fue el objetivo de muchas expediciones al Chaco, como la de Jerónimo Matorras que logró ubicarla y la de Francisco Gabino Arias, que también la buscó por expresa orden del Rey Carlos III. Recién en el siglo XIX el explorador y científico Luis Jorge Fontana logró ubicar, estudiar y clasificar el molusco: “anadonta exótica” que producía dichas perlas, aunque de escaso valor. Aun en algunos mapas del Siglo XIX, como el de Emilio Castro Boedo, navegante del Bermejo de 1872, se encuentra señalada la famosa laguna centro de tan secular leyenda, y todavía se señalaba como referencia a esa legendaria laguna en los parte militares de las columnas expedicionarias que participaron en la Expedición Victorica de 1884.
                                                                                                      
                                                                                                     Misión Nueva Pompeya.
Misión Nueva Pompeya, fundada por los Padres Franciscanos
en 1899, declarada Monumento Histórico Nacional.
    Y para concluir, no podemos dejar de mencionar a otro hecho histórico muy importante ocurrido en pleno Impenetrable muy cerca de J. J. Castelli, y que tuvo como protagonistas a los misioneros franciscanos de “Propaganda Fide”  del Colegio San Diego de Salta y los aborígenes Wichí del Chaco Occidental. Estos misioneros, contando con la expresa autorización del Presidente Julio A. Roca, entraron al interior del Chaco en 1899 y fundaron bajo la dirección del Padre Bernabé Tambolleo la Reducción de Nueva Pompeya junto al antiguo cauce del Río Bermejo –hoy Río Bermejito- con los wichis del Chaco occidental. Lograron cumplir una valiosa obra educativa y social, sustrayendo a los aborígenes de la explotación que sufrían en los ingenios azucareros de Salta y enseñándoles las tareas de cultivo y diversos oficios, entre ellos la música. Su obra se extinguió en 1948 cuando murió el último misionero que la dirigió, Padre Eliseo Ceschi y la Misión quedó abandonada. El edificio de la Reducción se mantiene hoy como testimonio de aquella obra y fue declarado Monumento histórico Nacional. La población que surgió en el lugar constituye hoy un municipio del Departamento Gral. Guemes y cuenta con un total de 2.259 habitantes urbanos y 4.194 en la zona rural. La obra evangelizadora de los misioneros franciscanos fue continuada por una congregación de los Hermanos Maristas que tienen allí su sede. Nueva Pompeya está conectada con la cabecera departamental Juan José Castelli (a 185 kms.) mediante la Ruta Provincial Nro. 9. y es una de las localidades más importantes de las situadas en el interior del Impenetrable chaqueño.