(*) Artículo publicado en el suplemento "Chaqueña"del diario "Norte"de Resistencia, Chaco el 24/11/2013
Escribe: Marcos Altamirano (*)
Hacia 1845 las potencias europeas de
entonces, Francia e Inglaterra estaban resueltas a intervenir militarmente
contra la Confederación
Argentina , gobernada firmemente por Juan Manuel de Rosas con
el apoyo de la opinión pública y la adhesión de todas las provincias. Para esa
época, la intervención armada en defensa de intereses mercantiles era una
doctrina muy utilizada por estos países en distintas partes del mundo, y en
algunos casos, como ocurrió en países de Asia y África, era un anticipo de la
ocupación y el dominio territorial de distintas regiones del planeta.
En esos
años, ambas potencias mantenían fuerzas navales en el Río de la Plata en apoyo del gobierno
ilegal de Montevideo que se encontraba en guerra con Rosas. El bloqueo de esa
ciudad ordenado por el gobierno argentino para reponer al Presidente legal
Manuel Oribe, era resistido por los unitarios emigrados en esa ciudad y por los
jefes de ambas escuadras europeas, siguiendo órdenes de sus respectivos
gobiernos.
Tres gruesas cadenas tendidas de costa a costa sobre 24 lanchones entorpecieron el avance de la escuadra y permitieron a las baterías de la costa dirigir sus fuegos sobre los buques. |
En 1845
Francia e Inglaterra decidieron forzar la navegación de los ríos Paraná y
Paraguay y llevar su comercio a Asunción, apoyando de paso a las posibles
sublevaciones contra Rosas en el Litoral para provocar su caída. Como paso
previo, se dispuso la captura de la escuadrilla argentina que bloqueaba a
Montevideo y se ocupó la Isla Martín
García para usarla como base de operaciones de ambas escuadras.
Combate
de la Vuelta
de Obligado.
El
gobierno de la Confederación
Argentina no permaneció ocioso frente a la formidable
coalición que se le venía encima. Previendo el
avance de la escuadra anglofrancesa, ordenó instalar en Vuelta de
Obligado, cerca de San Pedro en el Norte de la provincia de Buenos Aires,
cuatro baterías de 18 cañones servidas por 160 artilleros y una fuerza de dos
mil efectivos de infantería, integrada soldados del Regimiento de Patricios y
un cuerpo de milicias rurales. Estaba al mando el Gral Lucio Norberto Mansilla,
secundado por Álvaro Alzogaray al frente de las baterías, Eduardo Brown (hijo
del Almirante Guillermo Brown), el
marino Juan Bautista Thorne, y Facundo Quiroga (hijo del Tigre de los llanos).
Completaba la defensa una cadena tendida de costa a costa del Paraná sostenida
por lanchones y custodiados por el bergantín artillado “Republicano”, cuya
finalidad era demorar el paso de la escuadra para hacerla vulnerable al fuego
de las baterías de la costa.
El día
18 de Noviembre al atardecer una poderosa escuadra de once buques de guerra
seguida por numerosos buques mercantes, fondea en el Paraná a la vista de las
baterías de la Vuelta
de Obligado. Pero recién el día 20 se inicia la acción, a las 8 de la mañana.
Después de una arenga de Lucio Mansilla a su tropa y de entonar el Himno
Nacional con el acompañamiento de la
Banda del regimiento de Patricios, las baterías de la Confederación
inician el ataque provocando muchos daños, muertos y heridos en la fuerza
enemiga, pero sufriendo a la vez el intenso cañoneo de los buques que empiezan
a causar las primeras bajas entre los defensores.
El
combate es intenso y se prolonga por muchas horas. A las cinco de la tarde se
silencian las baterías, son cortadas las cadenas, y poco después se produce el
desembarco de la infantería enemiga. La lucha se desarrolla en la costa y es
cuerpo a cuerpo. Los buques barren a los defensores con fuego de metralla.
Mansilla cae herido por un casco de metralla y es retirado por sus hombres,
pero lo reemplaza el Coronel Crespo que
resiste hasta las ocho de la noche y debe replegarse. Obligado ha caído, pero la
victoria les resulta muy cara a los interventores. Las graves averías de cuatro
de los buques atacantes los obligan a permanecer 40 días en el lugar para
repararlos. También son numerosos los muertos y heridos entre ambos bandos y el
parte de guerra aliado elogia a los defensores por la obstinación con que
lucharon.
Las cuatro baterías de Obligado fueron silenciadas a las cinco de la tarde, pero continuó el combate cuerpo a cuerpo en las costas hasta las ocho de la noche. |
Las
otras batallas por nuestra soberanía.
La
escuadra enemiga logró llegar a Corrientes y Asunción, pero la travesía de
regreso se hizo muy riesgosa pues las defensas de Mansilla en varios puntos de
la costa estaban intactas. El día 4 de Junio el convoy anglofrancés, ya de regreso
de Asunción, enfrentó la angostura de “El
Quebracho” a una legua al Norte de San Lorenzo. Nuevamente eran once
buques, de los cuales siete eran vapores y cuatro veleros, todos fuertemente artillados.
Mansilla había preparado tres baterías con 17 cañones, defendidos por un
contingente de Patricios y un cuerpo de soldados santafesinos. La altura de las
barrancas hacía casi inexpugnable la posición de los defensores, quienes
quedaban protegidos del fuego de los buques, pese a que estos disparaban
Cohetes a la Congrève ,
lo más moderno en armamentos de la época.
Los
estragos producidos por los cañones argentinos en la escuadra convirtieron a
este cruce en un desastre. El vapor “Harpy” fue inutilizado y el “Gorgón”
seriamente averiado. Dos buques mercantes se fueron a pique, y otros cuatro
debieron ser incendiados para que no fueran capturados por los defensores. Las
bajas de los atacantes fueron 60 hombres más gran parte de la tripulación de los
buques mercantes destruidos, mientras que las fuerzas de Mansilla tuvieron sólo
un muerto y cuatro heridos gracias a la protección de las barrancas. Este
combate fue considerado por los defensores como “La revancha de Obligado”.
La escuadra anglofrancesa que constaba de once buques de guerra salió muy maltrecha y entre su personal se contaron muchas bajas. |
Repercusiones
de esta contienda.
Los periódicos de toda América y algunos europeos elogiaron la resistencia
de la Confederación
Argentina contra la agresión. Sectores políticos de los
países vecinos que hasta ese momento se habían opuesto a Rosas, cerraron filas
tras el gobierno argentino. Esto ocurrió en Bolivia, Chile y Brasil, sólo en
Montevideo, donde se encontraban los exiliados unitarios la opinión seguía
favorable a la intervención y contraria a Rosas.
En carta
de respuesta al Gral Guido, quien le informaba de estos sucesos, San Martín le
expresó conmovido: “Ya sabía la acción de Obligado. ¡Qué iniquidad! Los interventores
habrán visto por esta muestra, que los argentinos no son empanadas que se comen
sin más trabajo que abrir la boca…”
Además, al saber del bloqueo, escribió a Rosas ofreciéndoles sus servicios, y
señalándole que en esta agresión nuestro país “…tenía aún (en él) un viejo
defensor de su honra e independencia.”
Al ver la
dificultad que les planteaba la intervención por la tenaz resistencia y ante la
opinión internacional adversa frente a esta aventura colonialista, el Gobierno
de Francia y el parlamento británico resolvieron llegar a un acuerdo con el
Gobierno Argentino. Este se formalizó mediante los tratados: Arana-Southern del
24 de Noviembre de 1849 con Inglaterra, y el Tratado Arana-Lepredour del 24 de
Noviembre de 1851 con Francia. En ambos casos, las escuadras interventoras
cumplieron la cláusula de dichos tratados, desagraviando con 21 cañonazos a la
bandera argentina, ceremonia que se cumplió en aguas del Río de la Plata.
(*) Vicepresidente de la Junta de Estudios Históricos
del Chaco.
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